Qué mal conducimos y nos portamos

Qué mal conducimos y nos portamos

En  los últimos  días,  en nuestro país  ha ocurrido  una serie  de accidentes vehiculares fatales, en donde se ha producido las pérdidas de vidas jóvenes y valiosas, así como de costosos efectos materiales.  Todo esto debido principalmente a que los dominicanos inobservamos las leyes y reglamentos de tránsito terrestre, lo cual constituye una burla al derecho de los demás.  De todas las violaciones, la más peligrosa es la de los semáforos, ya que se sobrentiende que el otro conductor atravesará la intersección una vez detectada la luz verde.

En una ocasión escribimos sobre este tema, pero ahora lo hacemos, luego de alquilar un carro en España y conducirlo por todo el país, inclusive también en Portugal, y en ocho días no pudimos ver una simple violación a las leyes de tránsito.  Nadie se atreve a cruzar un semáforo en rojo y menos penetrar una calle de una sola vía.  Cuando van por la autopista, se conduce por la derecha una vez se rebasa, con la precaución de poner las señales intermitentes, que en nuestro país parece que los automóviles las traen de lujo.  Y por la noche: ¡ay de aquel que no dé la luz de cambio! En nuestro país, no sólo nadie da luz de cambio sino que los propietarios de los camiones le adicionan un par de faroles de xenón para deslumbrar al que viene, no sabiendo que si ese conductor pierde el control por deslumbramiento se estrellará contra su vehículo. Este es un tema para la Policía Nacional y la Amet, pero no cuenten con ello, porque hemos visto vehículos policiales con las luces altas y no la bajan ni por misericordia.

Si mal no recordamos, el senador Domínguez Brito presentó un anteproyecto de ley que obligaba a los conductores, una vez rebasado un vehículo, a ocupar el carril de la derecha.  A nuestro entender, esa ley será letra muerta y los primeros en violarla son los grandes autobuses interurbanos, que no obstante visualizar el letrero: “vehículos pesados circular por la derecha” en la mayoría de los casos transitan por la izquierda.

Y qué me dicen de los vehículos sin placas.  Si un conductor tiene un accidente con uno de estos vehículos, se encontrará que por placa, el conductor lleva un carné expedido por algún político encumbrado o por uno de los cientos de “generales inorgánicos” que su oficio, al parecer exclusivo, es redactar unas cuantas palabras “solicitando” prestar la debida y correcta asistencia a su “protegido”.  Recordamos, que en la época de Trujillo, vehículo que circulara sin placa era automáticamente confiscado, no importara de quién fuera.  En eso, el perínclito no se equivocaba.  Todos tenían que pagar sus impuestos.

Lo peor del caso es la compostura de los que cometen la infracción.  Si alguna vez se le ocurre indicarle a un conductor que va en vía contraria, tapónese los oídos porque escuchará una sarta de improperios que lo dejará anonadado y con el pensamiento hurgando dónde habrá otro país más indisciplinado que el nuestro.  A nuestro entender, ninguno.

El problema fundamental, no sólo es la falta de educación de los conductores, sino también la falta de autoridad del que ha sido llamado a hacer cumplir las leyes de tránsito.  En nuestro país, cualquier policía que escucha una amenaza del infractor, que se verá con un general, coronel y hasta capitán, es bastante para parsimoniosamente decirle: siga su camino.  Así, llegará el año 2050 y posiblemente los que quedan del calentamiento global, respetarán las leyes, decretos, reglamentos, ordenanzas y cuanta invectiva sugieran las autoridades para enderezar el entuerto que significa el tránsito terrestre.  Afortunadamente,  las aeronaves en los cielos sí son respetuosos de las normas de la Aviación Civil.

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