¡Que no mutilen ese tesoro!

¡Que no mutilen ese tesoro!

El mandato, escrito o no, más perentorio para estos tiempos de cambios climáticos que amenazan a la humanidad, es el de conservar o acrecentar las áreas en las que todavía queden recursos naturales. En el caso del Jardín Botánico Rafael María Moscoso, la Constitución misma es un valladar contra pretensiones de reducir su valiosa riqueza vegetal y científica. Acaba de aparecer un proyecto diseñado por el Gobierno a espaldas a las autoridades del parque, para ampliar la avenida adyacente, República de Colombia, a costa de restarle 4,300 metros cuadrados, repletos de magníficos exponentes de la floresta nacional, un golpe directo a una reserva única en el Caribe.
La tendencia a destruir lo que con buen juicio de épocas pasadas se decidió salvar como boscosidad dominicana, tan generalmente agredida, viene haciendo de las suyas desde hace algunos años. Incluso con una agresión anterior al propio parque Botánico que es parque nacional. Ya antes se modificaron los limites de ley para invadir con cemento zonas protegidas en diferentes puntos del país y los capitaleños han sido testigos de la forma en que el venerado Centro Olímpico ha sido copado por edificios levantados por el propio Estado. Contra el parque Mirador surgen una y otra vez, amenazas de mutilación. Esta fiebre hay que detenerla. La ampliación de la avenida Colombia debe basarse en un diseño que no afecte el Parque.

El lodo de aquellos polvos

El trágico final del maestro Mateo Aquino Febrillet, el noble y respetado ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, consterna a la sociedad en general que junto a él debe sentirse víctima del atraso que persiste en las prácticas políticas. La violencia que dio marco a este asesinato es una consecuencia difícil de evitar cuando los liderazgos han dejado a sus seguidores sin instrumentos idóneos para competir a lo interno y entre partidos diferentes.
Para ningún proceso dirigido a obtener candidaturas, y luego lidiar por cargos, existen reglas que propicien respeto y armonía entre contendientes. Las dirigencias partidarias lo han impedido, dejando al activismo sin garantías de limpieza y equidad y empujando a muchos aspirantes a una lucha sin cuartel y sin valores en la que cuentan más el dinero y el favoritismo que los méritos.

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