¡Qué no tumben el Teatro Agua y Luz!

¡Qué no tumben el Teatro Agua y Luz!

Tumbar el Teatro Agua y Luz para hacer un parqueo sería la estupidez más grande que se pudiera cometer, a juicio de Mike Mercedes, quien por varios años tuvo arrendado el auditorio ubicado en el Centro de los Héroes, zona donde hay más de diez instituciones públicas que requieren facilidades de estacionamientos.

“El teatro es el único centro turístico y gran night club bajo techo que pudiera existir en todo el Caribe, con una fuente viva de agua y luz. Sería una pena que lo derrumben por gusto de algunos que quieren coger los terrenos para parqueos o apartamentos, sin pensar que le están quitando al país un prestigio mundial, porque sólo hay tres teatros de esa naturaleza en el mundo. Quieren cometer un abuso con una instalación que sólo nosotros la tenemos en América Latina”.

Mike dijo que es un orgullo tener una obra como esa, la que calificó de joya arquitectónica, la que no puede ser destruida, sino cuidada y reparada para presentar los eventos más importantes y sea atractivo turístico. Comentó que no se debe permitir que ni el presidente Hipólito Mejía ni ningún funcionario cometa el error de derrumbarlo, por lo que pidió que se levanten voces de protesta que impidan tal barbaridad.

“El Teatro Agua y Luz se fundó cuando se celebró la famosa Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre. Esa historia que se escribió es para que quede en la memoria de República Dominiacana ante el mundo con una de las mejores obras del Caribe. No debemos permitir que nadie se atreva a tumbarlo, que por nada se atente, porque es una huella que no puede ser borrada”.

[b]Dónde surge el problema[/b]

El Patronato del Centro de los Héroes labora con el interés de buscar una solución al problema urbanístico que afecta instituciones que agrupan a miles de empleados y que son visitadas por cientos de personas que no encuentran donde parquear sus vehículos. La necesidad de estacionamientos es el fuerte dolor de cabeza para quienes están al frente del Patronato. Los días laborables se hace difícil hasta cruzar a pie por las vías principales del lugar, lo que se quiere corregir, pero que pudiera afectar el hoy descuidado Teatro Agua y Luz.

Para el viernes se tiene en agenda un concurso en el que participarán urbanistas, arquitectos e ingenieros, con el fin de que expresen sus ideas que faciliten la solución.

[b]Historia[/b]

El dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina mandó a construir el Teatro Agua y Luz con el propósito de celebrar sus 25 años de gloria y poder. Dicen que usó el pretexto de la Feria.

La idea le surgió en Barcelona cuando realizó un viaje para visitar a Francisco Franco y vio unas fuentes que lo dejaron sorprendido. Decidió que Santo Domingo debía tener una igual, por lo que contactó al arquitecto Carlos Buigas, responsable del diseño y la ejecución de la fuente.

Los 355 chorros de agua bailaban al ritmo de valses, mientras cuatro mil bombillas de diversos colores le daban tono y vivacidad a los movimientos.

Las revistas artísticas más famosas del mundo eran presentadas en el Teatro Agua y Luz, local que era de alta categoría.

Con la muerte de Trujillo las turbas se llevaron los muebles tallados en madera, mármoles, lámparas y todo lo que les dio la gana para hacer desaparecer los simbolos del tirano.

El aforo fue campamento militar durante la Revolución de Abril y su peor mala suerte la tuvo en 1979, cuando el ciclón David asoló el local.

En 1988 por decreto presidencial se declaró de interés nacional que se rehabilitara con el fin de que su escenario fuera dedicado a actividades artísticas y culturales. El tiempo pasó y en 1991 la Secretaría de Obras Públicas entregó bajo contrato las instalaciones a la Constructora Morales para que hiciera la restauración, la que duró dos años a un costo de 28 millones de pesos.

Hoy el Teatro Agua y Luz está abandonado, con filtraciones, paredes destruidas, puertas en el suelo, baños dañados, persianas rotas, pasillos de recreo para ratas y parqueo lleno de maleza, que sirve de motel para prostitutas y desesperados.

[b]Sueños[/b]

En 1986 el señor Diógenes Gómez, de Empresas Dimargo, tenía el deseo de que el Teatro fuera convertido en uno de los centros de convenciones más completos del Caribe, con un night club, restaurante, cafetería, escuela de manualidades, bailes folclóricos y exposiciones. La inversión inicial era de 11 millones de pesos.

El edificio, construido en 1955 a un costo de aproxidamamente dos millones de pesos, iba a ser modificado en 1979. Los muros para combatir los vientos del sur en las tardes y los del norte en las noches serían derrumbados con el propósito de convertir el Agua y Luz en patrimonio del pueblo, a opinión del doctor Pedro Franco Badía, síndico de la época del Distrito Nacional.

El funcionario llegó a decir que las paredes serían derribadas, porque impedían la vista del público, sobre todo de las personas que no podían pagar una cuota determinada para ver la fuente lumínica. A opinión de Badía, la categoría de la fuente lumínica del Teatro Agua y Luz sólo existía en la de Santo Domingo y la de Barcelona. “La de aquí siempre ha sido un patrimonio exclusivista de élite”.

Cuando Mike Mercedes arrendó el Teatro tenía la idea de ponerle un techo movible que le permitiera al público un mayor disfrute. No pudo concretar su sueño, como tampoco el de muchos que quieren tener en ese aforo el mejor escenario.

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