Todos estamos lamentando el accidente de tránsito registrado en el Boulevard Turístico del Este, en Punta Cana, que hasta ahora lleva dos personas muertas y más de 40 heridos. Hasta cierto punto es otro accidente en un país que figura en los primeros lugares en este tipo de percances. Pero hemos reaccionado con particular sensibilidad porque las víctimas han sido turistas, es decir, personas que decidieron visitarnos para descansar, para disfrutar nuestras playas, para escuchar y bailar nuestra música y para contemplar nuestros hermosos paisajes tropicales.
Como suelen hacer los medios de comunicación, queremos aprovechar esta lamentable y dolorosa circunstancia para volver sobre un discurso reiterado (ahora dicen narrativa) pero que no por ello carente de pertinencia y de sentido.
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1) La República Dominicana tiene que hacer grandes y urgentes esfuerzos para dejar de ser un país sinónimo de accidentes de tránsito. Para lograrlo necesitamos trabajar duro y mucho, porque no es fácil vencer la mala educación de nuestros conductores, su carencia de sentido común y su desprecio por las normas y las leyes. 2) Cuando ocurren hechos como el comentado ahora, las autoridades deben enfatizar más en conocer las circunstancias que rodearon la tragedia para estudiarlas, analizarlas, examinarlas y tomar las medidas necesarias para que esas circunstancias no reaparezcan y provoquen accidentes similares. 3) El turismo es nuestra tacita de oro y como tal debemos cuidarla. El transporte que se mueve por los polos turísticos debe ser particularmente cualificado, tanto en la calidad de los vehículos como en la experiencia y habilidad de los conductores. Debemos recurrir a las tecnologías modernas para, por ejemplo, monitorear esos vehículos y graduar su velocidad. 4) La autoridad nunca debe renunciar a su jurisdicción. Los gremios y los propietarios de instalaciones turísticas, por ejemplo, no están para establecer normas. Las normas corresponden a la autoridad gubernamental.