¿Qué nos está pasando?

¿Qué nos está pasando?

Estamos viendo lo que nunca se había visto: un hombre mata a su mujer, y un hijo mata a sus padres, mientras la casa se convierte en una jaula a causa de los delincuentes. La escuela deja de ser un lugar seguro para estudiantes y profesores, y la calle está en manos de los asaltantes. Se roba de todo: un avión, los alambres del puente, la verja del cementerio, y hasta monumentos históricos desaparecen… ¿Qué nos está pasando?

La situación afecta a civiles y a militares, a ricos y a pobres, a gente del gobierno y gente de la oposición. El estrés generalizado se refleja en incremento del alcoholismo, del suicidio, y de trastornos psicosomáticos. ¡Somos el país del hemisferio con más alto riesgo de accidentes viales! El narcotráfico es una industria regular. Tenemos empresas especializadas en robo y otras en matar gente (sicariato). Los viajes ilegales continúan como si nada. Somos un importante exportador de mujeres para la prostitución. Incluso exportamos metales que no producimos, con materia prima que viene del robo de cables eléctricos y de tapa-cunetas… realmente, ¿Qué nos está pasando?

Los organismos internacionales nos queman en los principales renglones: educación, salud, transparencia y seguridad vial, al mismo tiempo que sobresalimos en alcoholismo, violencia, embarazo adolescente, y despilfarro. Algunos diplomáticos se han atrevido a dar la voz de alarma, incluso delante de funcionarios gubernamentales… ¡y no pasa nada! ¿Qué nos está pasando?

La respuesta es muy simple: nos hemos acostumbrado a violar el soporte fundamental de la convivencia civilizada como es: ¡reglas de juego! Desde que más de una persona comparte un mismo lugar se necesitan reglas, sean leyes escritas o costumbres que la gente obedece.

Los insectos tienen instintos que gobiernan sus actos a favor del bien colectivo. Los seres humanos, a diferencia de ellos, necesitamos reglas aprendidas e interiorizadas por la población. Eso es lo que se llama civilización.

Si no seguimos reglas viene el caos, y el caos trae todo lo que estamos sufriendo: violencia, corrupción, accidentes, narcotráfico, y despilfarro. Huntington sugiere que la falta de institucionalidad coincide con violencia y corrupción, mientras que Vanderbilt afirma lo mismo en relación a los accidentes de tránsito. Dani Rodrick sugiere que la falta de “institucionalidad” es más determinante para el desarrollo económico que “factores geográficos” o “comercio internacional”. Las Naciones Unidas (UNODC, 2011) reportaron que la violencia se incrementa cuando no rige el “imperio de la ley”. El costosísimo informe Attali concluyó que el paso imprescindible para lanzar el país hacia el desarrollo es la promoción del imperio de la ley.              

De esta situación es responsable el que se mete en rojo en el semáforo, y el que no paga el agua ni la luz, pero principalmente las autoridades que han hecho de la constitución un “pedazo de papel”.

¡Que las dos cámaras del Congreso hayan aprobado el presupuesto 2012 -violando más de 24 leyes vigentes- es una barbaridad que no debería repetirse, pues, si las mismas autoridades no cumplen la ley, ¿Qué podemos esperar del simple ciudadano?

Si el nuevo Presidente quiere casarse con la gloria, hay que comenzar por una cosa, y las demás caen por su propio peso: ¡cumplir y hacer cumplir la ley! El resultado sería: 4% para educación; 10% para los cabildos; obras por concurso; aplicación de la ley de Administración Pública, de la ley de seguridad social, y otras. Me conformo con esto, y lo demás se lo dejo a quien venga después, pero sometiéndonos a las reglas de juego… ¡como Dios manda!    

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