¿Qué nos está pasando?

¿Qué nos está pasando?

MARIEN A. CAPITÁN
Recuerdo que ayer, cuando me levanté con sueño y un poco cansada, tuve la osadía de quejarme porque tenía que ir a trabajar. Ese, sin embargo, no era el único motivo que llamaba a la protesta: el calor y lo insoportable del tránsito (te juro que me encontré con las tortugas más desesperantes), me enojaron un poquito cuando venía camino al periódico.

Una vez llegué, aunque aclaro que no estaba de mal humor, me enojé muchísimo. Esta vez, en lugar de ser con los demás, fue conmigo misma. Mientras yo -una persona con un trabajo y una vida medianamente resuelta- se quejaba por cuanta tontería sucedía a su alrededor, había alguien que sí estaba sufriendo: una madre que tuvo que estar presente, con dolor e impotencia, en el momento en que violaban a sus dos hijas.

Esto sucedió el martes en la noche. Todavía no nos habíamos recuperado del horroroso asesinato de Juan Andújar, corresponsal del Listín Diario en Azua, cuando tenemos que escuchar que dos adolescentes, de 12 y 15 años, fueron violadas por unos animales.

Qué terrible será la vida para ellas. No será fácil, es seguro, que logren superar ese mal trago. Nadie que sea sometido a un acto de esa naturaleza puede recuperarse muy fácilmente. Muchos menos cuando se trata de niñas.

En nuestro país se ha desatado una espantosa ola de violaciones. Parecería que los demonios se hubieran soltado, que estuvieran tramando un golpe mortal. La violencia crece y nosotros, estupefactos, no sabemos si rezar o llorar.

Todo parecería que se trata de una trama para desacreditar al jefe de la Policía, general Manuel de Jesús Pérez Sánchez. De lo contrario, ¿cómo se explica que se estén ensañando contra las menores? Esos casos, es sabido, hacen que la sociedad se indigne, que exija justicia contra los perpetradores.

Quizás me esté equivocando, tal vez elucubro demasiado pero, ¿no hay demasiada saña en lo que está pasando? ¿Es casualidad que todo se complique un poco más desde que Pérez Sánchez haya dado claras señales de que intentará poner orden dentro de las mismas filas policiales (sabemos que este cuerpo no es precisamente de los más serios que tenemos)?

Amén de las razones que llevan a estos desaprensivos a joderle la vida a una muchacha, lo cierto es que el general Pérez Sánchez debe darle prioridad a estos casos. No es posible que, tal como lo hemos visto en estos días, madres y abuelas sientan miedo de mandar a sus hijas y nietas a la escuela o a la universidad.

Vivir bajo pánico no es vivir. No podemos tolerar que vuelvan los días de zozobra a nuestro país. Hay que cortar ese mal. También, y es muy importante, urge que se detenga a esos hijos de la …, se les juzgue y se les lleve directo a La Victoria, donde seguro vivirán experiencias tan placenteras como las que le hicieron vivir a sus víctimas (que me perdone el Comité Nacional de los Derechos Humanos, pero alguien que haya cometido una barbarie así no merece ninguna compasión).

No sé en que terminará toda esta historia. Sin embargo, no dejaré de repetir que estamos cansados de tener que aguantar que todo ande manga por hombro y estemos perdiendo nuestro derecho más elemental: el de la seguridad.

Sería insoportable saber que estamos condenados a vivir en un país en el que haya que mirar sobre el hombro a todo el que se acerque, que nos dé miedo salir o, incluso, hasta ir a trabajar. Recordemos que eso no sólo nos acabará emocionalmente: además se reflejará en cuantiosas pérdidas económicas. Los turistas, mi general, no van a aquellos lugares donde no hay tranquilidad. Nunca lo olvidemos.

———
equipaje21@yahoo.com

Publicaciones Relacionadas

Más leídas