¿Qué nos pasa?

¿Qué nos pasa?

La nuestra es una sociedad a la deriva. Atrapados por la lógica del inmediatismo y dedicados a las tareas de la acumulación, los dominicanos necesitamos de nuevos referentes en capacidad de revitalizar el sentido de la nación. De fatal, nos convoca la reflexión inteligente en el momento que acontecimientos traumáticos estremecen todos los segmentos para recordarnos lo urgente de enmendar conductas, rectificar posturas y reventar la noción de “valores” invertidos que tanto impactan en el diario vivir.
En la pirámide social, desde la cúspide no se entiende sobre el país de las urgencias elementales que tiene en los de abajo, las franjas capaces de transformar su marginalidad en ira, acumulando cuotas de insatisfacción que allanan el camino de demandas ciudadanas postergadas. Por eso, el crecimiento y éxito de sectores exquisitos no puede distanciarse de las carencias esenciales porque aquellos que presumen el “triunfo y avance” como una instancia inalcanzable andan sedientos de vías que le conduzcan hacia un vengador social.
Debemos acercar a los dos países debido a que en las cuadras típicas donde se retrata el confort, no se parecen a la dura realidad de los barrios carenciados que, desde la pantalla de televisión, las lujosas edificaciones capitalinas y la estridencia en los estilos de vida de los opulentos, reciben el impulso de anhelar un acceso a circuitos vedados a la mayoría de los ciudadanos. Todos pretenden progresar, pero la mayoría fracasa en el intento. De ahí, el recurso de tocar todas las vías posibles para erigirse en el nuevo referente de un avance desde la marginalidad, posibilitando que los jeans, tenis, el perfume y carro, expresen el retrato de un exponente del éxito, calcado por muchos y desdeñando los medios para conseguir el progreso.
Allá en la ruralidad no existe distancia con el mundo urbano. Lo global acerca los códigos comunicacionales. En el recóndito “Venga a Ver”, los jóvenes saben que el flow es la cadencia cool, en las orillas de las playas de Miches, las estudiantes de bachillerato conocen al detalle la lírica de Selena Gómez, el Lápiz emula al irrepetible Tupac, en las canchas de Nagua, los jugadores de baloncesto pretenden conseguir el mismo estilo en el jumper que el inmenso Lebron James. Y eso nos impacta. Ya los referentes cambian, y en el adolorido Cenoví, la gente puede sintonizar en “Investigation Discovery” las técnicas criminales inimaginables que hacen de cualquier jovenzuelo un sanguinario irrepetible. Ahí está la raíz!
Lo que alienta es la toma de conciencia ciudadana. Lenta, obstruida y postergada por un régimen de complicidades. Pero las reacciones se hacen sentir desde un Santo Domingo Norte que se alarma frente al cura lujurioso que pervierte un menor y lo asesina. En Cotuí, la indignación creció cuando la comunidad se enteró del padrastro, con el fatal deseo de seducir la joven a escondidas de la familia, y después asesinarla vilmente. Indignados y furiosos, la gente llegó hasta el lujoso edificio en Villa Tapia con la intención de encenderlo como gesto reivindicador de una inocencia colapsada por el desenfreno del niño rico de la comarca.
Falta acción en la raíz de todas las distorsiones que se diseñan en segmentos perfumados por la fuerza de un dinero conseguido por los medios indecorosos. Y es que si todo tiene un principio, se torna urgente estremecer las puertas de los intocables, y así, reconstruir el sentido de paradigmas validados por un nuevo orden de lo ético. En los partidos organizando los que promueven la vocación de servicio contra los filibusteros, en el área de la comunicación dejando en la total indiferencia a los mercaderes que le ponen precio a sus plumas y en el púlpito garantizando un prédica en consonancia con la vida privada.
Lo que nos pasa, es terrible!

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