El Gobierno italiano está contra las cuerdas tras la decisión de uno de los principales socios de su coalición, el Movimiento 5 Estrellas (M5S), de no votar un decreto económico, lo que se traduce en que la formación no apoya las medidas emanadas por el Ejecutivo del que forma parte, amenazándolo frontalmente.
Conocido como “Decreto Auti” (Decreto Ayudas), el texto está dotado con 26.000 millones de euros en medidas dirigidas a paliar la inflación, entre otras partidas, y ha enfrentado al primer ministro, Mario Draghi, con el líder del M5S, Giuseppe Conte.
Esto pese a que fue aprobado el 2 de mayo por el Consejo de Ministros, en el que se sientan los partidos de la coalición de unidad nacional de Draghi- la ultraderechista Liga, la conservadora Forza Italia, el Partido Demócrata, la izquierda Libres e Iguales, la centrista Italia Viva y el M5S.
Sin embargo, el M5S ha sido siempre muy crítico con estas medidas y Conte las consideró anoche “insuficientes».
La pugna por el decreto llega después de semanas de desavenencias- por ejemplo Conte es muy crítico con la decisión de Draghi de seguir armando a la resistencia ucraniana y llegó incluso a acusarle de querer desbancarle de la jefatura de su formación.
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La batalla se ha encarnizado en el Parlamento, que debía convertir en ley el decreto. La cuestión de fondo es que Draghi, consciente de la crisis que vive el país, optó por aprobar el texto presentándolo como una “moción de confianza».
Se trata de una estratagema clásica en Italia con la que los Gobiernos aceleran la tramitación de una ley- primero porque impide las enmiendas y segundo y más importante porque obliga a sus legisladores a votar a favor porque en juego está la vigencia del Ejecutivo.
La crisis empezó a fraguarse el lunes, cuando el M5S decidió abstenerse en la Cámara de los Diputados, desmarcándose de sus socios de coalición. Y hoy hará lo mismo en el Senado.
Esto es algo inconcebible para Draghi que, aunque sin ese partido no queda en minoría, considera que su Gobierno, nacido como una coalición de unidad nacional, solo tiene sentido con el apoyo del M5S, ganador de las últimas elecciones generales del 2018.
Por lo que, cuando se consume la espantada del M5S esta tarde en el Senado, es probable que acuda ante el jefe del Estado, Sergio Mattarella, para valorar opciones. El abanico que se abriría entonces es amplio- Draghi podría presentar su dimisión o limitarse a volver al Parlamento para “verificar” si cuenta con apoyos suficientes para agotar la legislatura, en marzo de 2023, entre otras muchas opciones.
El único partido en la oposición, los ultras Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, primera fuerza del país en casi todos los sondeos, exigen ya un adelanto electoral.
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Ya es un clásico que mientras los italianos están de vacaciones, en Roma la política se enzarce en sus batallas. De hecho es el segundo verano de la legislatura que Italia sufre una “crisis de Gobierno”, término usado para cuando un Ejecutivo corre el riesgo de colapsar y algo habitual en la política italiana.
La primera crisis de la legislatura llegó en agosto de 2019, cuando la coalición de Gobierno entre el M5S y la ultraderechista Liga de Matteo Salvini, presidida por Giuseppe Conte, saltó por los aires por la decisión de este de abandonarla.
La situación se resolvió un mes después con la alianza del M5S con el Partido Demócrata (PD, centroizquierda), que aguantó hasta que a finales de enero de 2021, siempre presidida por Conte, otro de sus socios, Matteo Renzi, se fue dejándolo en minoría.
Para resolver esa segunda crisis, el jefe de Estado, Sergio Mattarella, se encomendó a una de las figuras más respetadas del país, el economista Mario Draghi, que reunió una coalición de unidad nacional que ahora corre el riesgo de implosionar.