¿Qué ocurre en la cotidianidad de los barrios urbano-marginales de Santo Domingo después que se instala Barrio Seguro?

¿Qué ocurre en la cotidianidad de los barrios urbano-marginales de Santo Domingo después que se instala Barrio Seguro?

POR TAHÍRA VARGAS
“Ahora el barrio está más tranquilo, los muchachos están más quietos. ¿Por qué? Porque casi todos los muchachos inquietos del barrio o están muertos o están presos, la policía los mata, los persigue, o los apresa. En los últimos tres meses cerca de 5 amiguitos míos han muerto,  los ha matado la policía”. (Entrevista a joven de 16 años en Capotillo)

“Estamos más tranquilos en el barrio, hay menos violencia, menos atracos, después que está barrio seguro, las cosas han cambiado”. (Entrevista a joven de 15 años en Capotillo)

Estas frases hablan solas, por un lado encontramos la represión y la tranquilidad que genera la muerte. Por el otro, las personas destacan esta tranquilidad como “seguridad”  y perciben que ha disminuido la delincuencia a partir de la intervención de barrio seguro.  . ¿Así se instala la seguridad en los barrios marginales de Santo Domingo?

La ambivalencia de este discurso de moradores jóvenes de un mismo barrio la encontramos en jóvenes de otros barrios de Santo Domingo que destacan el miedo, el terror que genera esta intervención en ellos, pero también se inclinan a favorecer la “macana” porque genera “tranquilidad”. El riesgo de esta dualidad es el contenido que encierra, la percepción de que sólo con represión se consigue seguridad, solo con muchos policías persiguiendo y matando jóvenes podemos estar tranquilos. ¿Qué cimientos culturales puede estar reforzándose en estas percepciones sobre una supuesta seguridad?

En mi visita continua a barrios de la antigua Zona Norte de Santo Domingo noto que tenemos unos barrios ocupados por agentes policiales que se han instalados en esquinas que los circundan  con jeepetas y con grandes motores para “garantizar la seguridad de los barrios”. ¿A quien le genera seguridad los agentes policiales ubicados en los barrios, a los moradores de los barrios, a los jóvenes de los barrios?

No creo que pueda llamarse seguridad a la realización de redadas diarias y permanentes en los barrios para apresar a todas las personas que circulan por el mismo y llevarlas a los destacamentos, y muchos de ellos amanecen en los mismos. De esta forma se violan diariamente los derechos de miles de ciudadanos y ciudadanas en más de 20 barrios de Santo Domingo. La medida de redadas y represión a los jóvenes de los barrios de Santo Domingo tiene graves consecuencias en la cotidianidad del barrio, en la vida de nuestra sociedad.

Estamos reinstalando  un modelo ejercido en las dictaduras, lo que ocurrió con Trujillo  que luego fue repetido por Balaguer en los doce años. El  derecho de libre tránsito de personas pobres  tiende a ser vulnerable de  ser intervenido y violado por regímenes dictatoriales y autoritarios que sostienen que los delincuentes son los pobres (que como bien hemos visto en nuestra historia como país deja de lado el ejercicio delincuencial de mediano y alto nivel). Esta imagen se fortalece actualmente con una percepción limitada y sesgada del perfil de los delincuentes vistos como los jóvenes-pobres –menores de 25 años que habitan los barrios urbano-marginales. 

El ejercicio del modelo de seguridad basada en la represión no sólo es una práctica autoritaria por sus medidas sino también por sus consecuencias en el imaginario de gran parte de nuestra población que apoya estas medidas represivas y violentas de la policía.

Una muestra de estas percepciones las encontramos en la reciente encuesta Gallup publicada por el HOY en donde un 67.3% de nuestra población considera que a los violadores hay que matarlos, aplicarles “la pena de muerte”. Este fenómeno es grave, muy grave. Las implicaciones de esta percepción son de una magnitud y una trascendencia altamente negativa para nuestra sociedad. Acercándonos a esta lectura podemos explicar por qué en nuestro país han sucedido hechos como los que recientemente ocurrieron de quema de haitianos, quema de viviendas de haitianos, turbas que ajustician y golpean violadores o atracadores. Estas percepciones son las que sustentan la posibilidad de que el fenómeno de las turbas se extienda a otros niveles lo que resulta de alto riesgo.

La creación del terror, el miedo en la ciudadanía no genera seguridad, genera violencia, genera aislamiento.  En la medida que se ha ido incrementando las redadas  los moradores de los barrios se han  “recogido” y con ello sus actividades sociales, comunitarias y educativas han ido disminuyendo. Padres y madres de familias destacan en entrevistas que han sacado a sus hijos e hijas adolescentes de la escuela en las tandas nocturnas como efecto de las redadas. “A mi hijo no lo dejo ir al liceo de noche, es muy peligroso, los otros días lo apresaron y se lo llevaron al destacamento, varios muchachos del barrio se los llevan cuando van de regreso a casa después del liceo”. Muchos de sus hijos e hijas han sido apresados por la Policía en las famosas redadas de barrio seguro y algunos estudiantes se han retirado de la escuela o disminuyen la asistencia  por miedo a que los apresen según plantean ellos mismos en las entrevistas.  Las redadas están afectando la asistencia escolar en tandas nocturnas y pueden tener efectos en el incremento del ausentismo escolar, que ya es un problema en la educación dominicana.

El modelo de barrio seguro, si bien tiene una acogida positiva en el imaginario de moradores de los barrios que perciben que ha disminuido la delincuencia  y la violencia generada por el enfrentamiento entre bandas, por otro lado está suscitando efectos negativos en la cultura ciudadana que refuerzan la violencia, la represión y un modelo autoritario que viola los derechos ciudadanos. Otro elemento es su posible efecto en la vida cotidiana de los barrios desde las dimensiones comunitarias, educativas y sociales.

La seguridad debe estar vinculada a la libertad y al ejercicio de los derechos ciudadanos si estos se violan no hay seguridad. La seguridad en los barrios debe iniciarse con  el  abordaje de las causas y raíces de la delincuencia juvenil que no sólo ocurre en los barrios pobres y que se dejan de lado  en la práctica cotidiana de barrio seguro. Nuestra juventud necesita la creación de políticas sociales de atención y apoyo a los jóvenes que establezca en los barrios espacios de educación, recreación, capacitación técnica e inserción laboral, necesita una cultura de no-violencia y de paz, no represión y muerte.

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