¡Qué oficio tan mal comprendido!

¡Qué oficio tan mal comprendido!

Es muy triste una profesión u oficio en que, puesto uno a escoger ejemplos o paradigmas de su ejercicio, pese a la superabundancia de practicantes, se quede uno con un puñado apenas, porque aún los de más sonora fama tienen sus “peros”…

El periodismo dominicano posee buena fama como combativo y plural y a decir verdad aquí cualquiera opina lo que le venga en ganas, hasta el exceso irrespetuoso e ilegal del médico de Santiago que ha insultado a medio gobierno, mientras otros desde la radio “gobiernan” en un imperio de “malapalabrosería” grosera e innecesaria.

Quizás sea una paradoja que en conjunto la prensa dominicana exhiba tan buena salud, por la diversidad y el vigor de sus medios como por el gran éxito comercial de sus líderes, y al mismo tiempo sea tan difícil encontrar ejemplos de independencia; ¿no es raro ver lealtad hacia el público más fuerte que la lealtad al patrón o patrocinador? 

Del crisol de muchas verdades a medias, medias mentiras o silenciosas complicidades, sin embargo, sale una curiosa aleación, que conforma una opinión pública conocedora de la mayoría de los temas relevantes y que participa en su debate.

Pero por bien ilustrada que esté la opinión pública, pocas veces la dilucidación de cualquier asunto concluye con la acción requerida. Diálogo de sordos o desprecio por la verdad ajena, todos opinamos pero pocos dialogamos. A mi me disgusta, empero, que muchos de nosotros los periodistas las más de las veces actuamos como voceros interesados que como intermediarios neutrales en busca de la verdad. Parece que la fórmula para el éxito incluye mayores dosis de morbo y ludibrio, especialmente en los mentideros radiales, que de sensatez y honestidad.

Otro detalle curioso de nuestra prensa es cómo se quedan en el tintero los asuntos de la vida personal de los protagonistas nacionales, aun sean noticia legítima. Con excepción de artistas o farandúlicos, mientras por un lado la gestión pública a veces es chequeada hasta con rayos equis, la vida privada –tan reveladora del carácter de la gente- está fuera del terreno de juego.

En las lacras de la prensa está una raíz de la mala calidad de nuestra democracia.

Reflexionar este “día del periodista” me ha dado jaqueca. Mi papá nunca quiso que yo fuera periodista y al cabo del tiempo veo cuán sabio era…

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