Qué orgullo ser amigo de Leonel

Qué orgullo ser amigo de Leonel

Ayer el Presidente Fernández cumplió 58 años de edad y desde antes del mediodía se armó una fila en el Palacio Nacional de gente que con diversa intención iba a felicitarle. Desde funcionarios obligados por el cargo hasta “avivatos” que veían una oportunidad para pasarle un “papelito” al Jefe del Estado, la procesión fue por momentos aparentemente interminable.

La ocasión me ha hecho rememorar mi amistad con el Presidente. Varios años antes de 1994, cuando en unas elecciones terribles que don Juan parecía haber ganado pero carecía de fuerzas para gobernar, conocí a Leonel Fernández. Era un espigado joven muy leído a quien Eduardo Selman, amigo de mi familia por décadas antes, quería presentarme. Compartíamos la pasión por un asunto que parecía bobo, los “estudios americanos”, que terminaron dándome un grado universitario y a él el reconocimiento como experto en ese campo.

En una reunión en mi casa meses antes de 1994 con amigos colegas de Leonel, y con él presente, pronuncié unas palabras que los invitados recuerdan: “Si el PLD algún día gana la Presidencia, el candidato será Leonel”. Todos celebraron la ocurrencia mía, que creyeron fruto del whiskey. Nos reímos y brindamos. Pero no era un deseo o sueño, si no que columbré que este político excepcional podía concitar respaldo sin enervar las consuetudinarias fuentes de rechazo u oposición. Los pocos amigos presentes recuerdan esa premonición mía.

Antes de llegar a la Presidencia, mantuvimos contacto intercambiando fotocopias de publicaciones norteamericanas  antes de la Internet.

Leonel a sus 58 años es un muchacho de Villa Juana cuya madre emigró a Nueva York y que con mucha “muñeca” crío sus hijos, los hizo gente de bien, y nunca les produjo causa para avergonzarles. A su retorno estudió, ingresó al PLD y nunca dio problemas. Hoy, tras tres presidencias que pueden defenderse sin rubor como admirables, pese a que hay aspectos que uno no comparte como su flojera ante las denuncias de corrupción, a mi me agrada estimarme amigo de Leonel.

Dígame cualquiera cuál dominicano de 58 años con o sin abolengo puede enorgullecerse de cuánto ha logrado Leonel. La envidia de muchos lo ha aguijoneado, ¡qué triste la incomprensión de sus coetáneos! Él sabe que le he dicho mis verdades personalmente, pero igual yo sé que él está fuera de liga.

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