¡Qué orgullo, tío Rafael!…

¡Qué orgullo, tío Rafael!…

GLORIA KASSE VEGA
¡Qué orgullo, tío Rafael!… siento al pregonar al mundo que también yo llevo tu sangre. De sentirme heredera de una estirpe de nobleza, rectitud y mesura, que acompañaron siempre tu caminar pausado pero firme.

¡Qué orgullo, tío Rafael!… siento de poder llevarte como parte de mis recuerdos de infancia, de haber encontrado en tu hacer sabio y reposado el equilibrio de mi adolescencia y el ejemplo de vida para mi actual adultez.

¡Qué orgullo, tío Rafael!… siento cuando miro hacia atrás y te veo rodeado por cinco niños que ponían a prueba tu paciencia serena, y a los cuales, las circunstancias de tu vida privada los había convertido en tus hijos verdaderos; cuando sentado junto a mí, escuchabas pacientemente mis nóveles intentos literarios, tratando de ser lo más indulgente posible; cuando en el entierro de mi padre, tu hermano Emil, apretaba disimuladamente mi mano; o cuando con mucho orgullo me llevaste al altar el día de mi boda.

¡Qué orgullo, tío Rafael!… siento al leer el homenaje escrito que hoy, después de tu sentida partida, día a día hacen aquellos que te conocieron y que compartieron contigo las tertulias literarias que tanto te gustaban, o el hacer político honesto y prudente, o simplemente, un tranquilo paseo por las calles de tu querida ciudad colonial.

¡Que orgullo, tío Rafael!… siento dentro de mi. Y hoy soy yo, tu sobrina Gloria, quien junto a tus otros sobrinos Mery, Teresita, Emil y Willito,… te damos las gracias por haber sido nuestro tío, por dejarnos un ejemplo de vida tan honesto, por marcarnos un camino a seguir donde no cabe la maldad ni el vicio… y por poder mirar al cielo con una sonrisa de satisfacción, porque cada uno de nosotros sabe que allí, en algún lugar reservado para los buenos, está reposando un alma noble.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas