¡Qué país tan grande!

¡Qué país tan grande!

Somos un país grande. En tiempos de Trujillo, teníamos el ingenio azucarero más grande del mundo. Tuvimos nada más y nada menos que una belleza barahonera calificada como “la reina del cine a color”, en un tiempo en que había actrices bellísimas que conformaron su séquito.

Una vez teníamos la Súper Orquesta San José y se montaba una semana de aniversario de la radioemisora oficial, con un lujo y un despliegue de artistas internacionales, que éramos capaces de oscurecer el firmamento e iluminarlo con las estrellas que pasaban por La Voz Dominicana.

Hemos tenido grandes músicos, cuya carrera fulgurante nos llena de orgullo: Primitivo Santos, Porfi Jiménez, Billo Frómeta, en el pasado y ahora tenemos el Rey de la bachata, el Mayimbe de la bachata, el más magnífico intérprete del ritmo que corre por el mundo y pone la República en un lugar tan alto que hay que verlo con el telescopio del observatorio de Chile.

Es verdad, somos grandes. Tenemos peloteros con hazañas tan difíciles de igualar, que no de superar, como lanzar 25 entradas y quedar con el brazo pegado al hombro.

Otros beisbolistas han dejado las Grandes Ligas maravilladas con récords tan difíciles como pegar más de 60 jonrones en dos temporadas sucesivas.

Una vez éramos “el secreto mejor guardado del Caribe” y antes tuvimos a Radio Caribe “la voz antillana que da la vuelta al mundo”.

Somos grandes, si alguien lo pone en dudas es porque también hay mucha gente con el complejo de Guacanagarix, gente descreída de nuestras glorias.

Somos tan grandes que hemos sobrevivido como nación a ingleses, españoles, franceses, norteamericanos y aún nos llamamos, orgullosos, dominicanos, pues hemos mantenido nuestra identidad por encima de invasiones de naciones poderosas.

En las artes tenemos al maestro Cándido Bidó, quien fue seleccionado como el pintor que representó el 150 aniversario de la casa Bayer, de Alemania, con una exposición itinerante por Europa.

Del maestro Ramón Oviedo hay colgadas algunas de sus magníficas obras pictóricas en la Organización de Naciones Unidas y en la Organización de Estados Americanos.

Siempre repito lo que se dice que somos el país de Dios y de María Santísima y que nos protege, permanentemente, la Virgen de La Altagracia.

Últimamente he descubierto que la grandeza de nuestro país es inconmensurable: hemos reproducido un personaje mítico, el rey Midas, y al igual que el personaje griego el nuestro también convierte en oro todo lo que toca.

Todos lo conocemos, lo hemos visto convertir las lágrimas del pueblo en diamantes y la miseria nacional en una catapulta para enriquecerse al amparo y bajo la protección del poder político.

No hay que ser adivino para saber quién es; se trata de Félix Bautista.

¡Qué país más grande!

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