¿Qué pasa con la economía?

¿Qué pasa con la economía?

JOSÉ LOIS MALKUN
Ya se observa mucho nerviosismo en algunos sectores del país. La gente habla del tema y pregunta qué debe hacer. Los que tienen negocios piensan en la tasa de cambio. Los que se están endeudando para comprar casas o carros, piensan en la tasa de interés. Los que tienen certificados del Banco Central piensan en la seguridad de su dinero.

Los empresarios piensan en lo que vendría en una nueva reforma fiscal. Y los políticos piensan en el embrollo en que se está metiendo el Gobierno y de cómo capitalizar el lío que se avecina.

Como bien dijo Arturo Martínez Moya, el acuerdo con el FMI está en el limbo. Eso quiere decir, en palabras sencillas, que si bien el Gobierno y el FMI no han roto formalmente el acuerdo, éste efectivamente está en un punto muerto, porque se han incumplido las metas. Para ponerlo nuevamente en vigencia tiene que aprobarse la carta de intención que debió firmarse hace dos meses y que no se ha hecho.

Eso no es nada grave si los ajustes se hacen y se reestablece el acuerdo. Pasa con frecuencia en muchos países.

Pero también puede pasar lo contrario y entonces se arma la de Villadiego. El hecho de que el Stand By con el FMI concluya en abril del próximo año, no le permite al Gobierno darse el lujo de hacerse el chivo loco y darle largas al asunto, dejando las cosas como están. ¿Y saben porque? Porque los ajustes no son para complacer al Fondo o reestablecer el acuerdo. Los ajustes se necesitan con o sin

Fondo ya que de lo contrario la económica explota. Yexplotará fuerte.

El problema del Gobierno es su déficit. O sea, que está gastando mucho más de lo que ingresa. Y como van las cosas, la meta del déficit cero este año es inalcanzable.

Pero este es el menor de los males. El Gobierno tiene además que presentar un plan convincente para desmontar los certificados del Banco Central, sin contar que el próximo año hay que comenzar a pagar la deuda externa renegociada.

En otras palabras, en materia fiscal hay que hacer varias cosas a la vez o seleccionar algunas de ellas para lograr reestablecer el acuerdo con el FMI, o si se quiere, para mantener a flote la economía.

El FMI quiere que se elimine el subsidio a la electricidad.

Con ese ahorro de casi 20 mil millones de pesos al año, se podría cubrir el déficit fiscal de este año y especializar un monto importante para cubrir la deuda del Banco Central en los próximos años. Con respecto al subsidio al gas, el interés es focalizarlo a los pobres, lo cual es una utopía.

Pero el Gobierno no está de acuerdo con eliminar el subsidio a la electricidad. Y en parte tiene razón, porque transferirle esos 20 mil millones a los usuarios de un servicio que no sirve para nada, es como dejar caer una bomba de neutrones en la isla. Y si el sistema eléctrico está en la bancarrota cobrando esos 20 mil millones del Gobierno, que son 100% seguros, imagínese qué sucedería si se le traspasa a los usuarios. Apenas recibiría la mitad.

O sea, que en muy poco tiempo, el país se quedaría sin luz 20 horas diarias. Mientras tanto, conformémonos con los apagones financieros de ocho y diez horas.

Otra solución es buscar más ingresos mediante una nueva reforma fiscal, que es también exigida por el Fondo.

Pero eso tiene sus implicaciones.

La primera es que el Gobierno tendrá que apretarse los pantalones en materia de gastos.

Porque de haber aplicado una política austera y prudente en el manejo del presupuesto del 2006, se podrían haber obtenido ahorros superiores a los 7 mil millones de pesos como mínimo, que hubieran servido para desmonetizarlo en el Banco Central y reducir la deuda. Este Gobierno ha gastado dinero a manos llenas y hay partidas que han crecido tanto que bien podrían ser objeto de un cuestionamiento legal.

Si la política del FMI se torna menos flexible de lo que ha sido, este dispendio en los gastos del Gobierno sería suficiente para romper definitivamente el acuerdo.

Pero supongamos que con la campaña mediática que tan bien maneja el Gobierno, se logra introducir una nueva reforma fiscal y pasarla en el Congreso, donde tienen mayoría.

A su vez, logra fácilmente concitar el apoyo de la cúpula empresarial, bajo la ¿promesa? de que presentará un presupuesto austero para el 2007 (año pre electoral). Usted se preguntará ¿Qué contendría esa nueva reforma? Bueno, si hablamos de captar ingresos adicionales por unos 20 mil millones, en un país ya saturado de cargas impositivas, habría que hacer lo siguiente: generalizar el ITBS, para que desde el plátano al aceite, todos paguen; aplicar un impuesto a los intereses generados por los ahorros del público; convertir el 1.5% de anticipo en impuesto mínimo; aumentar el impuesto a la propiedad; subir las placas y la revista; y probablemente, revisar los impuestos a los cigarrillos y las bebidas alcohólicas.

¿Ustedes saben cuánto generaría todo esto? A duras penas llega a los 20 mil millones. No importa cómo lo calcule, porque la cifra será casi la misma.

La emisión de bonos para el Banco Central, anunciada por el Gobierno, sólo tiene sentido si se aplican algunas de estas medidas o una combinación de todas ellas.

Tienen razón los que se preocupan por la tasa de interés o de cambio. Como también de sus ahorros. Pero todo tiene solución. Es un problema de decisiones. Al Gobierno pasado le tocó algo peor y tomó decisiones. Gravemente costosas, pero las tomó. Las de ahora son una bagatela, pero hay que tomarlas.

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