¿Qué pasa en las aulas de las escuelas públicas?

¿Qué pasa en las aulas de las escuelas públicas?

El lugar –“locus” principal del sistema educativo es el aula. Al recorrer las aulas de los centros de educación pública, tanto en barrios urbano-marginales como en el campo, encontramos que hay muchas deficiencias. Deficiencias en todos los elementos que son indispensables para lograr una educación de calidad: condiciones físicas, disposición de agua potable, sanitarios, iluminación, ventilación, butacas y mobiliario, recursos de aprendizaje, construcción de conocimiento, relaciones horizontales entre actores/as.

En nuestras aulas no hay condiciones favorables al proceso educativo, porque en ellas niños y niñas se encuentran con muchas precariedades. Éstas adolecen en muchos casos de iluminación suficiente pues no hay energía eléctrica y las ventanas en muchos casos son insuficientes, lo que agudiza el calor que es sofocante.

En el proceso de aprendizaje encontramos que el principal problema es que no hay aprendizaje. La docencia se centra en una estrategia metodológica única, la repetición. Repetir frases, repetir la suma, la resta, la división, “los padres de la Patria”, “quién descubrió América”, entre otro.

El uso de respuestas a coro, invisibiliza el proceso educativo porque niños y niñas no dialogan con el conocimiento sino que memorizan y repiten lo que los/as docentes afirman. Esta ausencia de metodologías que apunten hacia el aprendizaje, hacia la construcción de conocimiento en el aula afecta notablemente la calidad del proceso educativo.

Maestros/as se sienten más seguros/as usando estos métodos tradicionales y se resisten al cambio. La ausencia de una supervisión y acompañamiento de la docencia ha generado grandes vacíos en ellos/as.

El aula se convierte así en un escenario que adolece de diálogo, discusión, debate y construcción de saberes. Es un lugar aburrido, donde solo se escuchan órdenes, mandatos, un coro que repite “2 + 2 = 4” y una gotera que cae cuando llueve (se recoge en un cubo o una lata) además de la ausencia de dinamismo y participación de los/as estudiantes en la cotidianidad.

Niños y niñas esperan siempre con ansiedad a que llegue el recreo; es el único momento interesante del día para compartir con sus compañeros/as y sentirse un poco libre.

Así como en un artículo anterior veíamos que con docentes en la pobreza no se puede ofrecer educación de calidad, tenemos la otra pobreza que también afecta la calidad del proceso educativo y se plasma en: deficiencias en las estrategias metodológicas, contenidos y recursos de la docencia, falta de acompañamiento y supervisión y precariedades físicas del aula. Nuestras aulas deben cambiar y convertirse en espacios realmente educativos, activos y dirigidos al sujeto principal, los/as estudiantes.

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