¿Qué pasará con Bahía Luperón?

¿Qué pasará con Bahía Luperón?

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Este artículo -hablando del mismo caso- pudiera comenzar de dos maneras diferentes, «según el color del cristal con que se mire». Favoreciendo al negocio turístico pudiera comenzar así: «Un proyecto de dimensiones extraordinarias se perfila sobre la Bahía de Luperón, augurando un rápido desarrollo para esa parte de la costa norte del país».

Ahora, enfocando la situación ecológica insular, caribeña y planetaria pudiera comenzar así: «Un proyecto de dimensiones catastróficas se abalanza sobre la Bahía de Luperón, augurando la debacle ecológica en esa parte de la costa norte del país».

Pero no comenzaremos por ahí. Mejor remitámosnos a las declaraciones del especialista en arrecifes coralinos Austin Bowden-Kerby, quien disertó el martes 11 en la noche en el salón de conferencias de la Fundación Global Democracia y Desarrollo sobre la necesidad de la recuperación de los ecosistemas marinos: corales y manglares, para poder enfrentar competitivamente el futuro.

Según el doctor Bowden-Kerby la República Dominicana necesita una inversión de 3 mil millones de pesos anualmente para recuperar y multiplicar sus ecosistemas de arrecifes de coral y manglares. El doctor Bowden-Kirby destacó entre los principales enemigos de los ecosistemas coralinos y de manglares a la deforestación y la sobrepesca. Ambos males han acompañado todo el desarrollo turístico de la República Dominicana: la deforestación tanto en los bosques costeros como en los manglares y praderas de talasias, y la sobrepesca, empujada por la demanda de especies como la langosta (panulirus argus), el lambí (Strombus gigas), el burgao (Cittarium pica), y otras especies ya puestas en peligro de desaparición en nuestras costas y arrecifes de coral.

Hasta ahora, la Bahía de Luperón se ha conservado como un ecosistema funcional, completo y especial, por lo que ha sido incluida dentro del Sistema Nacional de Areas Protegidas bajo la categoría de Monumento Natural.

Ahora bien, volviendo al «color del cristal con que se mire». Si los especialistas: extranjeros, con mucha experiencia, que no pueden ser vinculados al «ecoterrorismo» dominicano ni de ninguna otra nacionalidad, advierten sobre lo perjudicial que ha resultado el estilo desarrollista turístico que hemos llevado hasta ahora; y advierten además, que conservando nuestros ecosistemas podemos asegurar enormes ventajas económicas para el futuro; y advierten -ya en términos de lo que ahora nos cuesta pagar los daños que hemos ocasionado- que necesitamos 3 mil millones de pesos anuales (durante tres años) para poder recuperar nuestros ecosistemas de manglares, corales y playas, cómo se plantea ahora un proyecto para la Bahía de Luperón que va a arrasar con el ecosistema de manglar existente en esa zona, uno de los ecosistemas de manglares más completos que tenemos en toda la isla de Santo Domingo, no solamente en la República Dominicana.

LA HISTORIA GUERRILLERA DE LUPERÓN

La Bahía de Luperón es conocida entre los dominicanos solamente porque se menciona como uno de los puntos por donde entraron guerrilleros a combatir la tiranía trujillista. Durante toda la vida de la nación dominicana, durante toda nuestra historia como república, nunca se mencionó la Bahía de Gracia -como se le conocía en un principio- como uno de los ecosistemas costero-marinos más completos del país y la isla.

La llegada de un grupo de guerrilleros en 1949 a combatir contra el gobierno de Rafael Trujillo llevó a la Bahía de Luperón a la Historia, dejando en el olvido su mayor importancia: su ecología, de la que ha dependido durante toda la vida la economía pesquera y turística de esa región extrema de la provincia Puerto Plata.

Pero la importancia ecológica de la Bahía de Luperón no se circunscribe a las posibilidades pesqueras a lo interno de la bahía y el manglar. Estos 19.5 kilómetros cuadrados de manglares, salados, caños, ensenadas y humedales son básicos para el desarrollo ecológico del ecosistema marino hacia el exterior de la bahía. Es decir, es fundamental para los ecosistemas coralinos y otros ecosistemas marinos ya en la zona marina abierta.

Todo esto significa que buena parte de la pesca de esa zona costera depende de la presencia de la Bahía de Luperón y del funcionamiento e interacción de cada uno de los más de diez ecosistemas presentes en la Bahía. Significa que con la desaparición de esos ecosistemas desaparecerá la economía pesquera.

Actualmente se realizan esfuerzos muy caros por recuperar las poblaciones de manglares en una pequeña parte de la costa este del país; en Punta Cana, para ser más específicos. Pero la pérdida de manglares, peces, crustáceos y aves no hubiera ocurrido si se hubiera preservado el manglar. Es el tipo de turismo que no quisiéramos ver repetido en zonas que todavía se conservan intactas, como en la Bahía de Luperón, a punto de perderla sin que todavía haya sido verdaderamente conocida por los dominicanos.

EL TURISMO ACTUAL EN LUPERÓN

Un recorrido por el poblado de Luperón nos permite una ojeada al movimiento turístico en la Bahía. Pequeños grupos de turistas, o en parejas, se mueven curiosos por sus calles. Una diferencia les marca de los turistas tradicionales. Estos presentan la piel curtida por el sol y el salitre marino. Sus ropas no se exhiben planchadas y con el cuidado de los grandes hoteles. Se trata de turistas de velero o veleristas. Surcadores del mar por sus propios medios.

En comparación con el flujo de embarcaciones privadas que navegan cada año a lo largo del Atlántico resulta baja la llegada de éstas a la Bahía de Luperón, considerada por siempre como uno de los refugios más seguros contra tormentas y huracanes.

«Se estima que actualmente transitan por la ruta del Atlántico entre 20,000 y 25,000 embarcaciones al año, de las cuales, según datos de la Autoridad Portuaria Dominicana de Luperón, 508 llegaron a la Bahía de Luperón en el año 2002. Ello implica que Luperón ha recibido la visita de al menos unos 1,500 turistas, cifra en realidad superior dado que la mayor parte de los veleros y sus tripulantes realizan prolongadas estadías de varios meses en la bahía». (Betancourt y Herrera, 2004)

Pero este tipo de turismo no es tan dañino a la Bahía. Ni siquiera necesita de modernos muelles. Les basta con anclar en la bahía y acercarse en pequeños botes. Llegan a la República Dominicana y a Luperón detrás de la naturaleza viva, latente, actual, que ésta exhibe. Un poco de esfuerzo por atraer más turistas de este tipo (ecoturistas de mar) ayudaría enormemente a Luperón.

Por el contrario, un proyecto como el que propone ocupar toda la bahía trastornando todos sus ecosistemas les alejaría para siempre.

CUATRO MANGLES Y 63 PÁJAROS

Cuatro especies conocidas de mangle están presentes en la Bahía de Luperón: el mangle rojo (Rhizophora mangle), el mangle amarillo (Avicennia germinans), el mangle blanco (Laguncularia racemosa) y el mangle botón (Conocarpus erectus). Bueno es que se sepa que el manglar es el segundo ecosistema más importante en el planeta debido a su producción de biomasa. El ecosistema más importante del mundo es el arrecife de coral, por las mismas razones. Sin embargo, el arrecife de coral depende en muchas zonas de la presencia de los manglares para su protección y desarrollo.

Sesenta y tres aves deambulan por la Bahía de Luperón, más de la mitad asociadas directamente al manglar. «El manglar se reveló como el área de mayor riqueza ornitológica con 1,208 individuos pertenecientes a 12 familias, de las cuales 36 especies son comunes y 25 raras. Según su estatus, las especies observadas se dividen en: 25 residentes, 3 endémicas y 8 migratorias». (Betancourt y Herrera, 2004).

Sin embargo, la enorme riqueza reconocida al manglar -por lo que se le considera el segundo ecosistema más importante en el planeta- está en la diversidad que prolifera entre sus raíces, representada en varios cientos de especies (crustáceos, peces, moluscos, equinodermos, poríferos, celenterados, quelonios) que viven o que utilizan el manglar para una parte de su vida, y aquellos organismos que forman parte de la cadena alimenticia que les lleva hasta el arrecife de coral, las zonas mareales e intermareales, y la plataforma marina.

El planeta no puede darse el lujo de perder ni un sólo metro cuadrado de manglar, ni un sólo metro, muchos menos los 20 mil metros cuadrados que conforman la Bahía de Luperón.

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