Las nubes se fueron posando una a una, cual si de un desfile se tratara, sobre el asunto. Todo se volvió gris, un tanto turbio, como cuando una tormenta comienza a gestarse y decide dejarse mostrar.

 Aquel tan ansiado y ponderado proyecto, de repente, no era todo lo bueno que se había dicho. A pesar de ser de rigor, tenía baches que debían cubrirse.

Fue así que, cual ladrones, se llevaron el proyecto de reforma policial del Congreso. Alguien dio la voz de alarma. Los de siempre, los que se oponen a los grandes cambios, advertían que había yerros en algunos artículos. Entonces, argumentando que el presidente Danilo Medina no estaba de acuerdo con esas  cosas, el proyecto fue retirado, remozado y vuelto a introducir en el Senado.

 Ante la realidad, uno se pregunta: ¿de verdad el Presidente desconocía y está en desacuerdo con un proyecto que calzaba su firma? De ser así, es tan grave como el que haya cedido a las presiones de los sectores conservadores y cavernarios del país.

No sé si el punto es que en realidad la Dirección de Control de Drogas no debe pasar a la Procuraduría porque no es un asunto policial o si decidieron echar atrás porque a algunos así les conviene. Tampoco puedo afirmar si alguien le infundó temor en torno a que tendría que  elegir al director (ya no jefe) de la Policía entre los cinco del escalafón o que dejarlo durante tres años, sin opción a cambiarlo, suena a demasiado. Por otro lado,  quitó la prohibición de  transferir gente de las Fuerzas Armadas a la Policía. Todo esto, ¿a qué obedece? ¿Será que el Presidente no  fue bien asesorado? La duda, como las nubes, podrían hablar de tormenta.