Ya en nuestro artículo anterior señalamos, porque consideramos que no necesitamos las próximas elecciones, pero faltó decir que si el PLD continúa disfrutando del poder, el continuismo producirá un estancamiento, tanto político, como moral y social, pues ahora las ideologías no existen, pero se negocian sus principios en Punta Cana, Bávaro o en La Romana, y no como era antes que nuestros viejos políticos lo hacían en el Parque Colón, en el Santo Domingo Country Club o en el restaurant La Cafetera en la Calle El Conde, con el agravante que ya no temen a los tribunales, pues la justicia de ahora es muy similar al mercado nuevo del final de la avenida Duarte, donde todo se vende o se compra en el sucio suelo, es decir, todo está contaminado, sólo la basura se impone. Y desgraciadamente todos los dominicanos aceptamos ese guiño de nuestros falsos partidos políticos y por tanto respetamos esas decisiones como si fueran verdaderos valores, es decir, vivimos en un descuido colectivo que es como un suicidio y no hay nadie dispuesto al sacrificio por la Patria, es como muestra de decadencia de dos candidatos y está asimilada a la nostalgia de la vieja dictadura de Trujillo, como si nuestra gente creativa que siempre ha existido, hubiera desaparecido totalmente y encaramos una apatía y desconfiamos de los mejores aspirantes actuales, porque los dos mejores aspirantes no parecen tener la solidez ni la lucidez, ni la proyección que necesitamos en estos momentos, para garantizar siquiera orden en un pequeño plazo. Las elecciones venideras si llegan a efectuarse serán una continuación de la crisis de valores existentes actualmente, porque el problema de fondo, no se resolverá, pues las dos opciones que tenemos a la vista no representan una ruptura con el modelo establecido. Para conseguir todo esto, es necesario que toda la oposición se una con un solo candidato en las próximas elecciones para evitar el continuismo.