Casi como si fuera inevitable, estábamos predispuestos. Esperábamos, a partir del pasado, que las cosas volvieran a desmadrarse y que el desorden y el horror fueran los protagonistas del momento. Pero no. Tal parece que esta vez todo será diferente.
Con dos convocatorias por separado, los principales dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) dicen, de manera velada, que no quieren repetir el penoso espectáculo que se dio en la última reunión de Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
La apuesta por la paz es lo más sensato. Eso, por supuesto, si al final no se traduce en nuevas confrontaciones. Y es que, con dos CEN, ¿cuál será realmente el legítimo? Miguel Vargas aún se presenta como presidente del PRD aunque sus opositores aseguren que terminó su período presidencial.
Sin entrar en quién tiene la razón, por aquello de que cada cual argumenta con donaire su posición, estas convocatorias no servirán más que para ahondar aún más las diferencias. Seguramente terminarán en el Tribunal Superior Electoral (TSE), donde Miguel ha ganado casi todos los casos.
Vistos los hechos y evidencias puede que estemos asistiendo al entierro de la posibilidad de reunificación del PRD, si es que aún quedaba un atisbo de ella. Es una pena que tanto Miguel Vargas como Hipólito Mejía pusieran sus apetencias e intereses personales por encima de su partido. Y es que a eso se reduce el pleito, que data del 2008, que existe entre ellos dos. Mientras el Gobierno descansa sin oposición y el país se harta, cada día más, de un partido que sólo le da dolores de cabeza y temas para criticar.