El titular del diario me dejó de una pieza: Autoridades ven vuelos narcos sin poder hacer nada.
Tenemos una fuerza aérea cada vez de mayor calidad y cantidad.
Sin embargo no podemos ver vuelos narcos sin poder hacer nada.
¡Sí que podemos, caramba, sí que podemos ¡El problema podría ser ! Que no queremos.
Porque. ¿Para qué rayos tenemos aviones de combate en perfecto estado, excelentes pilotos que, salvo uno que otro vuelo de observación, prácticamente no hacen otra cosa?
Pero algo hay que hacer y mucho. Porque no son solamente los vuelos narcos los que introducen la droga en nuestros país. No, también la frontera es un lugar prácticamente abierto al diabólico negocio.
Lo interesante del caso es que es sumamente fácil determinar quiénes están en el asunto. La droga hace rico a cualquiera en menos de lo que canta un gallo. Y si Fulano de Tal se hizo rico en seis meses, y que de andar a pié se hizo de un flamante Mercedes, sin antes pasar por la preparatoria de la consabida bicicleta y luego por la motocicleta, usualmente usada, en algo no santo está el individuo.
No obstante, si ese Fulano pasa después de una vida luciendo fuerte azul y caqui, investigue, que algo flota sobre el agua.
Pero investigue de verdad, porque el dinero invertido en ese cambio de vida simplemente hiede. Y no resistiría una simple investigación de las autoridades del Impuesto sobre la Renta.
Como ya dije, algo hiede y no precisamente en Dinamarca.