Que quede bien claro

Que quede bien claro

Ninguna ley o resolución de nuestro ordenamiento jurídico establece pautas que confieran a   los policías facultades para  coartar el ejercicio de los periodistas.

Por el contrario, hay leyes específicas que garantizan la libertad de expresión y difusión del pensamiento y, en ese contexto, derecho del cual es parte consustancial el ejercicio de los periodistas.

Y para reforzar  esta prerrogativa, existe desde hace poco tiempo una Ley de Libre Acceso a la Información Pública que no hace más que eliminar trabas y fortalecer la libertad de expresión.

 Partiendo de estas premisas, debe quedar bien claro que el caso de la agresión sufrida por el periodista José Rivas de parte del coronel Nelson Báez Ubiera, quien se empeñó en entorpecer su trabajo, su libertad y derecho de informar los acontecimientos del momento, debe ser sancionada de manera ejemplar, para que sirva de ejemplo.

Una circular emitida ayer por la jefatura de la Policía Nacional, en el sentido de que no tolerará excesos contra los periodistas y ordenando que los miembros de esa institución cooperen con su trabajo, nos parece una oportuna desaprobación de la conducta del coronel Báez Ubiera y una señal de que su caso será canalizado por las vías que aconseja el buen uso del Derecho, tomando en cuenta las garantías jurídicas que amparan la libertad de prensa y el derecho de acceso a la información pública.

Que se desborde la generosidad

Salir a mitigar la magnitud del desastre causado en gran parte del territorio nacional por la tormenta Noel y fenómenos asociados, no es ni debe ser tarea exclusiva del Gobierno.

Más allá de los recursos del erario, la ayuda internacional y los préstamos de contingencia, más que el atareo de los miembros del Gobierno, se necesita en estos momentos un desbordamiento de la solidaridad humana, en beneficio de los que padecen los rigores de la destrucción y la intemperie.

Se tiene conocimiento de que el sector privado ha estado haciendo aportes importantes para socorrer a los damnificados, como ha hecho en otras oportunidades.

Sin embargo, debido a la magnitud de la tragedia, entendemos que sería prudente que las organizaciones empresariales, comerciales y de otras especialidades se constituyan en una gran fuente de generosidad que se deje sentir en cada rincón en que anida la tragedia.

El inventario de muertes, destrucción y daños a la producción aconsejan que multipliquemos la generosidad y la solidaridad que siempre nos han caracterizado, para evitar que el paso de los días empeore las condiciones con brotes de enfermedades y otras manifestaciones propias del hacinamiento.

Ha habido un desbordamiento de solidaridad en cuanto a voluntarios para socorrer a las familias en dificultad en las zonas inundadas.

El alimento y el agua, la asistencia médica y la medicina, ropa y calzado, deben fluir en abundancia hacia las zonas devastadas, en especial hacia aquellas que todavía están aisladas por vía terrestre.

El país, todos sus hijos, sobre todo los que más pueden, debe demostrar que es capaz de superar la tragedia poniendo cada uno una cuota de generosidad.

Ya tuvimos bastante desbordamiento de ríos, arroyos y cañadas. Es hora de desbordar nuestra generosidad.

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