¿Qué rayos está pasando aquí?

¿Qué rayos está pasando aquí?

La política de buscar dinero  ha puesto su mira sobre el sector exportador, poniendo en serio riesgo la competitividad  comercial del país. Aunque la lógica aconseja crear las condiciones necesarias para aumentar las ventas al exterior algunas decisiones oficiales debilitan la posición de  los exportadores. Esta vez se trata de que la Dirección General de Aduanas ha aumentado hasta en un 100% los costos del servicio de  celadores de ese organismo que utilizan los exportadores para el  seguimiento de los contenedores  enviados a los diferentes puertos del país. Esta alza injustificable  podría sacar de competencia en el exterior algunos renglones locales sensibles, que deben competir con productos similares originarios de  otros países del área.

   El afán de buscar dinero a como dé lugar ha tenido otras manifestaciones graves. Hace poco se quejaron los productores de banano porque Aduanas les aumentó de RD$400 a RD$4,000 el pago por concepto de inspección de los furgones a enviar al mercado externo. Este caso es más grave por la falta de transparencia en el cobro, que se ha estado haciendo en fotocopias sin membrete del formulario para tal uso. Quisiéramos saber qué rayos está pasando aquí. En alguna medida, la búsqueda de ingresos está obrando en perjuicio de las metas de  la política comercial. Esta actitud emula al personaje de la fábula, que en un arranque de ambición terminó matando la gallina de los huevos de oro.

La democracia se nos queda coja

Los dominicanos, que nos zafamos con gallardía de una dictadura para abrazar la democracia, deberíamos compartir hoy el pesar manifestado por monseñor Agripino Núñez Collado, rector de la PUCMM y un mediador consumado en tantas litis políticas y sociales. Y no es para menos, pues nuestra democracia se ve cada vez más afectada. Se nos está quedando coja, sin contrapeso, a las puertas del  unipartidismo indeseable.

 Uno de los grandes partidos que le ha servido de soporte, que alcanzó la gloria por sus encarnizadas luchas, ahora se desmembra y sucumbe bajo el peso de la incomprensión y la intolerancia. Las ambiciones de dominio absoluto (especie de dictadura grupal) pesan ahora más que las glorias alcanzadas, que los principios, que la lógica de la lucha por el poder político. Y en medio de todo es válido dudar del beneficio de ciertas medicinas  judiciales sobre el estado comatoso. Sentimos pesar por eso.

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