Ensordecedor, el eco de la duda nos asalta una y otra vez. Cada denuncia, cual si fuera un dardo, trae una nueva pregunta que al final se resume en otra: ¿de qué forma se han gastado los recursos del 4% del PIB que se destinan a Educación?
Tras ver todas denuncias hechas por la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y algunas comunidades en torno a la situación de los centros educativos, así como la carencia de insumos, el retraso en el mantenimiento de las edificaciones escolares y la falta de dinero para el Plan Operativo Anual (POA), uno se pregunta qué han hecho las autoridades con los US$18,500 millones que se han invertido en el sistema educativo en los últimos siete años.
Con esa inversión es tremendo que se esté hablando de carencias. ¿Cómo es posible que los registros y los libros no hayan llegado a las aulas, que aún se esté pintando o fumigando o que se hayan construido escuelas al borde de cañadas? ¿Por qué rayos nadie ha supervisado lo que se ha hecho con ese dinero?

Duele que nuestra inversión esté yéndose por el sumidero mientras los niños siguen siendo mal educados. ¿Cuál ha sido nuestro pecado para gastarnos un Gobierno tan indolente? (¡Elegirlo!).
Lo peor es que, tal como denunció el lunes pasado Participación Ciudadana, la Cámara de Cuentas no ha auditado el uso que se le ha dado al dinero del 4%: las últimas auditorías que hizo a Educación datan de los años 2009 y 2010, es decir, de cuando aún no se invertían esos recursos (comenzó en el año 2013). ¡Pensar que creímos que el 4% sería la panacea! ¡Y nos equivocamos! En RD falta más que dinero: visión, seriedad y compromiso.