Qué rico subir al Ático en TV

Qué rico subir al Ático en TV

POR MARIVELL CONTRERAS
No es nada fácil coordinar un programa en el que se dan recetas de cocina y se pone en práctica hasta hacer un plato apetitoso y sabroso, en el que además se invite a personas a tratar temas de su vida personal y profesional como si de una conversación en casa se tratara, con música en vivo de fondo, todo en una sola producción.

Eso es lo que los dominicanos hemos visto hacer a los conductores de El Ático, un programa que se presenta como una producción doméstica y en la que sin embargo, se coordinan muchas de las ciencias del arte y la vida con un estilo tan internacional como sus productores.

Eso sólo puede hacerlo una persona con la sensibilidad de Massimo Borghiano, un italiano que enamorado de los medios de comunicación, ya ha hecho radio (Canta Italia) y le va muy bien en la televisión.

Es El Ático una escuela de comida gourmet para amas de casa y amantes de la cocina que con poca inversión y mucha imaginación presenta la más variada cantidad de salsas y combinaciones posibles.

Y como el Chef, Ciro Casola (italiano también), que se declara así mismo como un hombre tímido, y que sin embargo, ha visto crecer su fama de manera tal entre sus televidentes, que cuando hace un acto tan sencillo como ir al supermercado (como todo cocinero que se respeta) se encuentra con la gente que le reconoce, le saluda y hasta le pregunta cosas para mejorar el arte de cocinar.

Un ingrediente que no debe faltar a la hora de evaluar El Ático, es la participación de Andrew Brant, quien tiene a su cargo la elección y la recomendación de los vinos apropiados para cada una de las oportunidades y elecciones gastronómicas.

Es tanto así, que algunos amantes del fruto de la vid, esperan cada semana sus sugerencias para saber qué nuevo vino, de qué casa y año pueden adquirir para sorprender a sus amigos.

Juntos los tres, convierten a El Ático en un salón en el que los invitados e invitadas se sienten como en casa, respondiendo los requerimientos de Massimo, degustando la excelente comida de Ciro con el vinito más una musiquita en vivo.

Muchos de sus invitados quedan después –y por mucho tiempo– a la merced de la curiosidad de la gente que siempre quiere confirmar si fue verdad que cocinó ahí, que cómo es que esa estufa no tiene llama y que si estaba tan bueno el plato como se veía. Lo bueno es que a todas las preguntas se responde con un sí.

Felicidades!!!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas