Qué se dice

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¿Qué está pasando?
Los usuarios del acueducto de Santo Domingo-sobre todo los de la parte oriental de la ciudad- son castigados en estos momentos por una aguda escasez de agua a pesar de que no se puede afirmar que persista una gran sequía en la región ni  que el sistema haya sido atacado por inclemencias que en ocasiones trastornan severamente las obras de toma. Los barrios  situados al este del río Ozama no habían  estado en los últimos decenios bajo una crisis de abastecimiento como la que les ha azotado desde mediados del año 2004.

La ampliación del sistema, allá por los setenta, con la creación de dos productivos campos de pozos, fue una panacea hasta hace alrededor de un año. Ahora la impresión de mucha gente es de que el acueducto de Santo Domingo –al menos en la zona oriental- ha pasado a ser operado por manos  menos diestras que las de antes. En algunos puntos del municipio que corresponden al área de influencia del río Ozama transcurren hasta quince días con las tuberías secas.

Permisividad

El lamento de una madre debe llegar al corazón de las autoridades. La señora Mariluz Castillo, que antier estaba junto al lecho de su hija adolescente al borde de la muerte, reconoció que su descendiente Yomery, de apenas 16 años, se le había ido de las manos. Acostumbraba a írsele hacia una discoteca de Herrera, famosa por ser un punto de violencia y tragedias, y donde ocurrió en días pasados una balacera con saldo de un muerto y varios heridos graves, todos muchachos sumergidos en un mundo de alcohol y bulla. Los padres, definitivamente, no han tenido apoyo de las autoridades ni de los dueños de centros de diversión que permiten la entrada a menores de edad y que no restringen el porte de armas de fuego y blancas. En esta circunstancia gana apoyo de la ciudadanía la campaña tendiente a que se prohiba que esos negocios permanezcan abiertos más allá de las dos de la madrugada. Lo malo es que tampoco se puede confiar mucho en que las autoridades nacionales van a ser todo lo responsables y diligentes que se necesita  para que la limitación de horario se cumpla. Ni van tampoco a sancionar a los padres que tienen que responder por sus hijos cuando sus actos causan daños a terceros.

¿Causa perdida?

De poco ha servido que el gobierno y sus entes económicos insistan en presentar como neutra –y que  no agregaría peso tributario al costo de la vida- su propuesta de reforma fiscal. Han estado hablando con unos interlocutores del empresariado y del Congreso que  no ceden mucho ante la solicitud  de que sea ampliada la base del ITBIS  y de que se creen algunas otras cargas para compensar lo que se perdería en recaudaciones  al entrar en vigencia el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica a partir del primero de enero. El retraso en concretar una alternativa para que el oficialismo considere aceptable que el Congreso modifique el proyecto resulta ominoso para las aspiraciones del gabinete económico, y se acentúa el escepticismo ante los argumentos con que los funcionarios defienden sus objetivos  de garantizar más ingresos al fisco. La oposición tiende a desestimarlos y es evidente que los intereses políticos están pesando demasiado. Se está imponiendo  el criterio de que el peledeismo pretende, más que nada, asegurar recursos extras para obras que le beneficien políticamente.

Con las llaves cerradas

La reanudación de la construcción del expreso San Cristóbal-Baní fue un simple amago de estos días  y ahora no hay recursos para continuar la importante obra. Las maquinarías de construcción se movieron menos de una semana y ya ha vuelto la parálisis. En Santiago, el Estado no da un chele para mantener el ritmo de reparación de escuelas que los escolares necesitan con urgencia, y en la capital, cientos de camioneros se movilizaron en reclamo de pagos por viejos servicios prestados al gobierno. En la mayoría de las secretarías de Estado se percibe que sus autoridades están rindiendo honores a la fama de mala paga  a que tradicionalmente  dan motivos los gobiernos, esta vez con mayor intensidad. Existe, por lo visto, una estrecha relación entre esas “represas” de circulante que estancan múltiples erogaciones del sector público y la sensación de asfixia de que hablan muchos comerciantes y consumidores que a grito dicen: ¡no hay cuartos en las calles! Las encuestas entre transeúntes y por la vía telefónica de importantes programas de radio y TV lo confirman. La gente insiste en que no hay dinero.

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