Qué se dice

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Lucha de titanes
La batalla por la plaza electoral del Distrito Nacional, de extraordinaria importancia para cualquiera de los grandes partidos dominicanos, promete ser larga y tendida, y no tanto por la popularidad de los contendientes –Roberto Salcedo y Alfredo Pacheco– como por la gran cantidad de recursos que habrán de emplear para convencer al electorado de que los favorezca con sus votos.

Sería, también, una prueba decisiva para ambos candidatos, pues si bien el presidente de la Cámara de Diputados deberá demostrar, en un escenario más competitivo, que puede seguir subiendo peldaños en su hasta ahora exitosa carrera política, Salcedo deberá enfrentarse, por primera vez, a un rival de consideración, político a tiempo completo, pero armado de su indudable popularidad y carisma, y una gestión municipal que hay que considerar, con toda justicia, aceptable. Las apuestas, hasta ahora bastante parejas, podrían inclinarse decisivamente una vez se definan las alianzas, pero para eso faltan todavía unos cuantos días y unas buenas dosis de tranquilizantes.

Contaminaciones

A estas alturas de su trayectoria vital y política no son pocos los convencidos de que el «librito» de gobernar del doctor Joaquín Balaguer, que en paz descanse, ocupa un lugar privilegiado en la cabecera del presidente Leonel Fernández, pero tal parece, si hacemos caso a Reynaldo Pared Pérez, que las cosas van mucho más allá. Según el secretario general peledeísta los gobiernos del Partido Reformista y el del Partido de la Liberación Dominicana guardan grandes similitudes en cuanto a estabilidad macroeconómica, crecimiento económico, control del mercado cambiario, estabilidad de precios y significativas obras de infraestructura. La afirmación abre un nuevo sendero de análisis para nuestros politólogos y demás hierbas aromáticas, que han llamado la atención repetidas veces sobre el notorio proceso de «perredeización» del peledeísmo en el poder.¿Se habrán quedado cortos en su apreciación y habrá que hablar también de «balaguerización»?

Relatividades

Era previsible que el anuncio de Alfredo Pacheco de que llevará el proyecto de ley para la reforma fiscal a la embajada norteamericana, para que allí le den el visto bueno, lastimara algunas sensibilidades que todavía se resisten a entender que la nueva realidad global del mundo en el que vivimos ha relativizado el significado de muchos conceptos, entre ellos los de soberanía e injerencismo. Así las cosas nada tiene de extraordinario o pecaminoso que la legación norteamericana quiera conocer el contenido y alcances de esa reforma, que se entiende requisito indispensable para poder recibir los beneficios del Tratado de Libre Comercio que rubricamos con Estados Unidos, asumiendo que no se atreverán a tanto como para sugerir a nuestros legisladores qué poner y qué quitar en ese proyecto. Si Pacheco, por un exceso de sinceridad o simple indiscreción, no lo dice públicamente, no estaríamos escuchando las quejas de esas indignadas voces, aunque el proyecto de reforma fuera llevado, de todas maneras, a recibir el «okey» de nuestros principales socios comerciales. Ojos que no ven…

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