Valga la redundancia.-  La explicación ofrecida por  Reynaldo Pared Pérez es que, en atención a razones de seguridad debido a la comparecencia, el próximo 27 de Febrero, del presidente Fernández ante la reunión conjunta del Senado y la Cámara de Diputados, se impidió la entrada a la sala de sesiones de la Cámara Alta, donde se conocería el proyecto de ley que aumenta el salario de los médicos, al doctor Waldo Ariel Suero y otros  miembros de la directiva del Colegio Médico Dominicano que querían estar presentes, como principal parte interesada, en esa sesión.

Sin embargo, otra versión dice que lo que ocurrió realmente fue que los organismos de seguridad del Estado le cogieron la seña al doctor Suero y su fiel tropa, que se dice pretendían ocupar de manera sorpresiva la sede congresional para presionar a los legisladores, con lo que se puso a salvo ese sagrado recinto de una presencia tan incómoda como  indeseada.

Sea cual sea la razón por la cual se les  impidió el ingreso lo cierto es que resultó deprimente ver el trato recibido por  los representantes de un gremio que, desde su ámbito de acción, ha hecho extraordinarios aportes a la construcción de la democracia dominicana y cuyo  único pecado ha sido reclamar un aumento de sueldo que todo el mundo, menos el gobierno, considera pertinente y merecido. Para colmo, el proyecto de ley que haría posible ese aumento fue  “dejado sobre la mesa” por los senadores al menos por dos semanas, dizque para ampliar el consenso que permitiría su aprobación.

No faltará quien argumente que el doctor Suero, a quien algún día habrá que reconocerle la entrega y entereza conque asume las causas de su gremio, ha incurrido en excesos y que se merecía ese trato, pero independientemente de lo que opinen  detractores y defensores del presidente del CMD hay que decir que  la democracia dominicana sigue dando muestras de que necesita  ser –valga la  redundancia–  mucho más democrática y tolerante si quiere algún día ser plena y verdadera.