Qué se dice

Qué se dice

«Permisología»
Durante su participación en el almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, a donde acudió a explicar los pormenores del Metro de Santo Domingo y sus obras conexas, el ingeniero Diandino Peña dio sobradas muestras de que sabe lo que tiene entre manos, así como de los obstáculos que debe salvar para sacar adelante su gran proyecto.

Entre esos obstáculos el ingeniero Peña citó la «permisología», que no es otra cosa que los permisos que debe solicitar a distintas instituciones, entre ellas los ayuntamientos de Santo Domingo Norte, el Distrito Nacional y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, para realizar los trabajos de su ambicioso proyecto, pero cuyo verdadero nombre es institucionalidad. Al decir esto muchos de los periodistas presentes intercambiaron miradas de complicidad, pues si hay algo que el exitoso constructor ha probado respetar poco ha sido, precisamente, esa «permisología», a la que -según sus propias palabras- se reserva incluso el derecho a respetar si acaso interfiere en el arrollador paso del tren que nos llevará en volandas a la modernidad.

De arena

Como unas van de cal y otras de arena es de justicia felicitar a las autoridades de Dajabón, tanto las policiales como las judiciales, por la prontitud conque apresaron a varios dominicanos a los que se acusa de la muerte de un ciudadano haitiano durante una pelea entre dominicanos y haitianos. Si se hubiese actuado con esa misma celeridad, sin importar la nacionalidad de la víctima o el victimario, en el caso de Hatillo Palma, en Monte Cristi, nos hubiésemos ahorrado un conflicto que nunca debió pasar de un delito de sangre, muy común en esa parte del país. Ojalá que la diligencia conque actuaron las autoridades de Dajabón sirva, así sea como una demostración de que cuando se quiere se puede, para aclarar otras muertes violentas de ciudadanos haitianos ocurridas en las últimos meses, pues su esclarecimiento está en la agenda de algunas organizaciones prohaitianas que trabajan en el país, que cualquier día de estos nos abren un expediente en esas cortes internacionales de derechos humanos donde les ponen tanta atención.

Voluntad política

No ha descubierto, monseñor de la Rosa y Carpio, la fórmula del agua tibia cuando dice que la impunidad ha sido la principal causa del alarmante auge de la corrupción en República Dominicana, como no la han descubierto tampoco los organismos internacionales que se han cansado de advertirnos, informe tras informe, que la corrupción es en gran parte la responsable de nuestra inacabable y doliente pobreza, sin que la hagamos el más mínimo caso o movamos un solo dedo para remediar esa situación. He ahí, precisamente, donde está el verdadero nudo del problema; no parece haber voluntad política para liquidar la hidra de siete cabezas en que se ha convertido la corrupción, a pesar de que está devorando, como un cáncer particularmente maligno, todo el tejido social.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas