Perros cuidando longanizas.- Aún cuando, como se repite tantas veces, en este país hemos perdido la capacidad de asombro, el apresamiento del supervisor de la cárcel de Najayo al intentar introducir ilegalmente a ese recinto 39 gramos de cocaína, 27 botellas de ron y tres litros de wiskie no debería pasar como otra anécdota mas, otra de las tantas manifestaciones de que la sociedad dominicana transita por un derrotero peligroso.
El apresamiento del funcionario, para quien el ministerio público de San Cristóbal solicitó prisión preventiva como medida de coerción, llega en muy mal momento para nuestro sistema penitenciario, que hace unos días permitió la muerte de un recluso al que no se le permitió, de manera diligente y oportuna, atender sus dolencias a pesar de la insistencia de sus familiares, en lo que puede considerarse como un caso de negligencia criminal que no debería quedarse sin castigo. Soy un admirador de Sergio Vargas, del artista que no solo no ha olvidado nunca sus orígenes sino que los reivindica con orgullo, pero también del hombre que cuando tiene que pronunciarse sabe llamar a las cosas por su nombre y en buen dominicano, sazonándolas con un refrán para que se entiendan mejor, como el que en estos días utilizó para responder las andanadas de los hipócritas que le reprocharon sus declaraciones de que ha tocado fiestas para narcotraficantes colombianos, y que cae como anillo al dedo para explicar lo ocurrido en Najayo pero igualmente lo que ocurre con los policías que en sus horas libres se dedican a atracar o los agentes de la DNCD que trafican con drogas: en el país hay muchos perros cuidando longanizas. Ni mas ni menos.