Qué  se dice

Qué  se dice

“Corrupción rampante”.-  El título de esta entrega  lo tomé prestado –de ahí las comillas– de la Carta Pastoral de la Conferencia del Episcopado Dominicano, que con nombre y apellido la citó  entre las causas que han generado el actual clima de violencia generalizada que tiene como telón de fondo la crisis humana y moral “que se está enquistando en el alma nacional”.

De lo que los obispos están hablando con tono enfático y alarmado  es de la misma corrupción rampante que hace que, de manera recurrente, el tema aparezca entre las principales preocupaciones de los ciudadanos y ciudadanas de este país  cada vez que se publica una encuesta de opinión, y la misma, también, que ha obligado a los estrategas del candidato  de la oposición  Hipólito  Mejía a colocarla entre las prioridades de su discurso de campaña, prometiendo de manera reiterada  a sus potenciales electores que castigará con severidad ese flagelo responsable de tantos males.

¡Cuánta razón tiene el ingeniero Eduardo Estrella, candidato de Dominicanos por el Cambio, cuando dice que el único  lugar donde caben  los corruptos es en la cárcel! ¿Cómo no estar de acuerdo con Guillermo Moreno, candidato de Alianza País, cuando afirma que la corrupción es el principal freno para el desarrollo del país? Por eso es lógico, razonable y esperable que un tema tan palpitante, que gravita tanto en lo que ocurre actualmente en el país que ha merecido un llamado de atención de los obispos, sea fuente de debates en esta campaña electoral y ande de boca en boca entre los candidados presidenciales. A excepción del  oficialista Danilo Medina, para quien la corrupción es una especie de malapalabra que se muestra incapaz siquiera de pronunciar.

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