QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

De víctimas y victimarios.-  Las estadísticas publicadas ayer por este diario, dando cuenta de que en el primer semestre de este año al menos 798 hombres se querellaron  contra sus parejas por ser objeto de algún tipo de maltrato físico, va a dar mucho de qué hablar. ¿Qué interpretar de esos datos? Lo primero es reconocer el “valor” mostrado por todos esos hombres que, en una cultura en extremo machista, se han atrevido a presentar una querella contra su cónyuge, y pasar por el mal rato de poner en evidencia su impotencia frente al mal llamado “sexo débil”. Pero  también puede afirmarse que la violencia intrafamiliar ha dejado de ser monopolio de los hombres, pues de ser victimarios consuetudinarios y reincidentes  han pasado a ser también víctimas. No son buenas noticias, de ninguna manera, pues nadie puede alegrarse de ver cómo la violencia gana nuevos espacios y nuevos adeptos en nuestra sociedad, la misma violencia que nos roba la paz y la tranquilidad, pero también  el  futuro.

 Amistades peligrosas.-  El jefe de la Marina de Guerra, el vicealmirante Julio César Ventura Bayonet,    anunció hace unos días la cancelación de tres oficiales de la institución por tener vínculos amistosos con narcotraficantes, con lo que  elevó a ocho el número de oficiales superiores a los que se ha dado de baja, por los mismos motivos, en los últimos meses. Y aunque esas relaciones amistosas han bastado para sacarlos de la institución no ha sido posible, según explica Ventura Bayonet, reunir evidencias suficientes que permitan someterlos a la Justicia, probablemente porque todavía en este país no constituye un delito ser amigo, vecino o compadre de un narcotraficante. Hay que aplaudir, no obstante, los esfuerzos del jefe de la Marina por limpiar la casa, una iniciativa que debería extenderse a  nuestras Fuerzas Armadas, que dicho sea a propósito deberían poner mayor atención a sus miembros, generales incluídos, pues ocurre con frecuencia que  de un día para otro, y sin que medie una herencia o el premio de la Loto, exhiben una  prosperidad difícil de justificar con los modestos  salarios que reciben.

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