Doble asesinato-. ¿Se acuerdan  del raso del Ejército, miembro de la escolta presidencial, al que una patrulla policial mató ¡de 17 balazos! cuando supuestamente intentaba perpetrar un atraco en Don Bosco, bien cerquita del Palacio Nacional? Ayer la jefatura de la Policía dispuso la suspensión y sometimiento a la justicia de los miembros de esa patrulla —un capitán, un primer teniente y un mayor— para que sean los tribunales  los que determinen sus responsabilidades en ese hecho, pero no se explicó si la decisión implica que se ha descartado la versión inicial del atraco o si se han examinado otras hipótesis que también se han barajado con insistencia, como la del crimen pasional o el fusilamiento de que habría sido víctima cuando ya se encontraba desarmado y sometido a la obediencia. El hecho, como se recuerda, generó gran alarma y sobre todo mucha confusión, mas aún después de conocerse las condiciones  de miseria en que vivía el raso y la buena conducta que, según sus superiores, exhibió  durante el desempeño de su trabajo. Mientras tanto su familia  sigue aferrada a su inocencia, resentida e impotente, y a la espera de que se haga justicia y se limpie su nombre, pues todo parece indicar que a su pariente lo asesinaron dos veces; física y moralmente.

El mediador.-  El presidente de la Junta Central Electoral, el doctor Roberto Rosario Márquez, ha  hecho una revelación que constituye una agradable sorpresa para la democracia dominicana, abundante en conflictos y garatas sin cuento: sus dotes de buen mediador,  que puso en práctica en la reciente confrontación interna en el PRSC, que estuvo a punto de degenerar en una nueva crisis divisionista, y en la que intervino, a  petición de una de las partes, para lograr un entendimiento.  ¿Haría lo mismo en el PRD en caso de presentarse problemas con la escogencia del candidato presidencial en la convención de marzo próximo? No, por nada.