Divino tesoro.- Cuando leí la noticia de que la fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, anunciaba la reanudación de las investigaciones en torno a la red del narcotraficante José David Figueroa Agosto, la llamada segunda fase que dejó a medio camino el doctor Alejandro Moscoso Segarra, no pude evitar hacerme la pregunta.
¿Sabrá esa muchacha en el berenjenal en el que se podría estar metiendo? Y es que ha quedado la impresión, no obstante la condena recibida por los imputados de lavado de activos que le sirvieron al capo boricua para el blanqueo de sus ganancias ilícitas, de que el Ministerio Público nunca tuvo mucho interés en llevar el caso más allá de esas condenas, o simplemente no se atrevía a seguir profundizando las indagatorias para determinar quiénes, desde los organismos de seguridad y cuerpos armados y policiales, le ofrecieron apoyo logístico y protección, por temor a que la revelación de esas identidades (el rumor público señaló a varios funcionarios por sus nombres y apellidos), y más que nada sus vínculos con el poder político, pudiesen resultar perjudiciales al gobierno.
La juventud, divino tesoro, es atrevida y audaz por naturaleza, por lo que nadie debe sorprenderse de que la joven fiscal se sienta en capacidad de asumir ese reto sin parar mientes en sus consecuencias, atrevimiento que esta sociedad le agradecería eternamente. Pero siempre existe la posibilidad de que alguien con mayor experiencia y rango, y sobre todo con más sentido político, le dé un toquecito, y entre un elogio y otro a su valentía, integridad profesional y vocación de servicio la convenza por las buenas de que este —la recta final de una campaña electoral— tal vez no sea el momento más apropiado para destapar esa peligrosa caja de Pandora.