Genio y figura.- Hace unos días, en un acto oficial y sin que viniera al caso, el doctor Marino Vinicio Castillo arremetió contra los periodistas de investigación, a los que acusó de provocar escándalos gratuitos en perjuicio de los esfuerzos del INVI por dotar de una vivienda a quienes tienen el sueño de tener un techo propio. Al escuchar al director de la Dirección General de Etica e Integridad Gubernamental me convencí de que sigue aquejado de un mal que puede considerarse crónico dada la naturaleza de sus funciones públicas: solo ve corrupción donde le conviene y, por supuesto, en los gobiernos del PRD, Hipólito Mejía y el PPH, la tríada diabólica siempre presente en sus pesadillas. Y es que si seguimos la línea de razonamiento del funcionario, habría que concluir que el pecado fue de quien dio a conocer públicamente la forma irregular, violatoria de su propia ley interna, en que el INVI construyó y repartió los apartamentos de lujo que construyó en la avenida Luperón, y no su titular, que esta es la hora que no le ha explicado al país porqué repartió esos apartamentos como si fueran parte de un piñata.
¿Qué esconde?.- Tanta resistencia a que se audite la forma en que la Junta Central Electoral maneja los fondos públicos que se le asignan está llevando a mucha gente a creer que su presidente, el doctor Roberto Rosario, tiene algo que ocultar. Hace unos meses lo vimos oponerse a capa y espada, atrincherado en la Constitución, a que inspectores de la Contraloría auditaran sus finanzas, y ahora pretende justificar su negativa a que se investiguen los procesos de compras del organismo durante el 2012 con el argumento de que el tribunal electoral cuenta con un Reglamento de Compras y Contrataciones que recibió el visto favorable de las autoridades competentes. Y después se queja el presidente de la JCE de que tiene dificultades de comunicación con el Poder Ejecutivo.