Sin sorpresas.- El que diga que se sorprendió con la destitución de Josefina Pimentel del Ministerio de Educación es un mentiroso o acaba de regresar de la luna. Lo que sí ha sorprendido es el sustituto escogido por el presidente Danilo Medina, Carlos Amarante Baret, un hombre de su confianza pero sin vínculos conocidos con el sector educativo, aunque gente que lleva muchos años al tanto de lo que ocurre en esa cartera asegura que los mejores secretarios de Educación han llegado allí desde ámbitos muy ajenos a ese quehacer. Desde lejos se veía que a Educación le estaba haciendo falta un buen gerente, por lo que puede asegurarse que el presidente Medina, como principal afectado del incumplimiento de la meta que se fijó su gobierno de construir 10,000 nuevas aulas para el año escolar 2013 -2014 que inicia el próximo 19 de agosto, está muy consciente de esa realidad. Esa puede ser la razón por la cual escogió a Amarante Baret, quien ya pasó por la Superintendencia de Seguros, Bienes Nacionales, la Dirección General de Migración y el Indotel, a lo que habría que añadir su condición de miembro del poderoso Comité Político, lo que muchos entienden le ayudará en la necesaria labor de coordinación interinstitucional que deberá eliminar las trabas burocráticas que impiden que los recursos lleguen hasta los contratistas de las escuelas, su desafío más urgente e inmediato pero de ninguna manera el único en un ministerio de la complejidad e importancia de Educación. De lo que tampoco hay dudas es de que al amigo (mocanería obliga) Amarante Baret le han puesto en las manos una partitura de difícil ejecución, con el agravante de que le entregan la dirección de la orquesta en medio de un concierto, y sin conocer a los músicos a los que debe poner a sonar en perfecta armonía. Confiemos en que su oído musical, y sobre todo la firmeza de su batuta, le ayuden a llevar la función a feliz término sin desafinar demasiado.