¿Cien mil haitianos?- En estos días leí en alguna parte que en un sector de Bávaro, en la región Este del país, que acoge al más importante polo turístico de la República Dominicana, residen alrededor de cien mil haitianos que realizan distintas actividades productivas, desde trabajos en la construcción, donde se concentra la gran mayoría, hasta la venta informal de todo tipo de productos.
La cifra casi me hizo dar un salto en la silla, pues sin saber exactamente porqué razón me puse a cavilar sobre lo difícil que debe resultar para cualquier autoridad manejar una población extranjera tan grande en una zona relativamente tan pequeña, empezando por la imposibilidad de montarlos a todos en una camiona para devolverlos a su país. Claro, los haitianos han dado demostraciones, hasta ahora, de ser gente pacífica y trabajadora, que no suele meterse en líos ni problemas, y que si cruzó para este lado de la frontera ha sido porque necesita sobrevivirle a la pobreza ancestral de su país y no tiene otro sitio para donde coger, pero tal vez eso ocurre porque todavía no están conscientes de su propia fuerza o porque no están lo suficientemente desesperados. ¿Pero será así para siempre?
No es mi intención meterle miedo a nadie, y mucho menos agregar más preocupaciones de las que ya tiene Pelegrín Castillo, pero si es verdad que hay asentados cien mil nacionales del vecino país en el Este, precisamente donde se encuentra engastada la más valiosa joya de nuestra industria turística (de lo que comemos todos, como gusta repetir a algunos de mis amigos del sector), no exagero si desde aquí afirmo que esa situación representa una bomba de tiempo cuyo estallido acarreará consecuencias catastróficas muy difíciles de imaginar.