Trujillo for ever.-  Dicen que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, una coartada que nos viene como anillo al dedo para explicar la profusa y variada  bibliografía existente sobre Rafael Leónidas Truilllo Molina, El Jefe, y su dictadura de 31 años. Justo cuando uno creía que ya se había dicho todo, que no hay más infamias por recrear ni más conspiraciones que develar, aparecen nuevos libros sobre el implacable dictador, esta vez dulcificado por el prisma del amor filial, sea transfigurado en el tierno abuelito que nos muestra en su ¿novela?

Aída Trujillo o encarnado en la “reciedumbre de carácter del hombre que con claridad meridiana sabía a dónde llevar a su país” que nos pinta su hija Angelita en un libro que se pondrá a circular mañana, de manera simultánea, en Miami y Santo Domingo. ¡Todo un acontecimiento editorial! Confieso que el despliegue mediático conque ha sido recibida esta  mirada bondadosa, edulcorada hasta el ridículo,  al Perínclito me ha provocado escalofríos,  pero admito también que no sé qué lectura darle a la fascinación que todavía ejerce,   cincuenta años después de su muerte, el hombre  que robó y asesinó a mansalva, que convirtió al país en un feudo personal y a sus habitantes en peones, que secuestró  la libertad y nuestro derecho a la palabra, hasta que un grupo de valientes nos las devolvió   una noche de mayo, no sin antes dejar un charco de sangre que después de esa noche no  paró de crecer, pues justo es que aquí se diga, aunque sea de pasada, que la democracia dominicana, esa con la que se llenan la boca (y también los bolsillos) nuestros  políticos, ha costado mucha sangre y sacrificios, aunque ahora estemos tan cómodos y relajados disfrutando de sus ventajas y beneficios que lo hayamos olvidado.

En fin, que he dado demasiadas vueltas  para decir lo que sentí al ver el entusiasmo conque se recibe el libro de Angelita, sentimiento que empezó con una pregunta. ¿Cuándo nos libraremos del maldito fantasma de Trujillo?