La misma piedra
Dicen por ahí que segundas partes nunca fueron buenas, pero el senador por La Vega Euclides Sánchez parece dispuesto a probar lo contrario. Incluso, ha ido mucho más lejos que su polémico colega Wilton Guerrero, de la provincia Peravia, pues el pasado jueves elevó sendas instancias ante la Suprema Corte de Justicia y el Ministerio Público en las que solicita formalmente que se investigue su denuncia de que las autoridades judiciales de su provincia son demasiado complacientes con los narcotraficantes.
El legislador aclara, sin embargo, que nunca ha mencionado a los jueces en su denuncia, de quienes dijo actúan apegados a la ética y la dignidad, sino a representantes del Ministerio Público, a los que cita por sus nombres y apellidos. Hecha la aclaración, que habrá que ver si aceptan como buena y válida los ofendidos magistrados de La Vega, vale subrayar la oportunidad que se le presenta a la Procuraduría General de la República, como máxima instancia del Ministerio Público, de no volver a tropezar con la misma piedra.
Estadísticas y propaganda.- La Policía Nacional ha descubierto una herramienta utilísima para combatir la delincuencia y reducir la criminalidad: el mapeo delictivo, mediante el cual, y gracias a la recopilación de información de los crímenes y delitos que se cometen en cada zona, permite identificar aquellas que requieren de mayor atención y vigilancia, sobre todo la de carácter preventivo.
Es por eso que las autoridades policiales pueden vanagloriarse de haber conseguido una reducción del orden del 30% de los hechos delictivos cometidos contra ciudadanos en lo que va del 2008, según reveló recientemente el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín. Son resultados de los cuales cualquier policía del mundo puede sentirse orgullosa, pero eso no quiere decir que tengan utilidad como propaganda, que se invierta dinero de los contribuyentes en una campaña mediática con la pretensión de cambiar de un día para otro la percepción de una población que siente, porque lo vive día a día en su propia carne, que no está segura ni en su propia casa.