Qué se dice

Qué se dice

 El PRD en la mira.- La Junta Central Electoral,  cual Pilatos, simplemente se lavó las manos, con el infame argumento de que al organismo comicial “no le conviene” intervenir en la crisis interna que desgarra al   PRD. Con el Tribunal Superior Electoral tampoco  se puede contar, pues ese alto tribunal pareciera tener el bajo designio de contribuir, con sus decisiones, a destruir el principal partido de oposición. 

Y si a eso le agregamos la intransigencia conque Miguel Vargas Maldonado ha cerrado todas las vías y posibilidades de diálogo con  Hipólito Mejía (el documento publicado ayer por este  diario revelando las fallidas diligencias de un grupo de personalidades que trató de mediar entre las partes es ilustrativo de esa cerrazón) tiene que concluir conmigo, querido lector, en que el PRD, hoy por hoy, está viviendo uno de los momentos  más difíciles –lo que es  mucho decir– de su accidentada historia, pues una combinación letal de fuerzas externas e internas se han confabulado  para borrarlo del mapa político dominicano.

¿Cómo entender que una cosa así le esté sucediendo al  partido más votado en las elecciones de mayo pasado? ¿Cómo entender que el candidato de ese partido tan votado, un  expresidente de la república, fue expulsado de sus filas por supuestas faltas disciplinarias? ¿A quién le cabe en la cabeza que una fuerza política tan formidable esté a punto de sucumbir por culpa de una guerra de egos que ha abierto un abismo entre sus dos principales líderes? ¿En qué clase de manicomio se ha convertido el PRD? Me he hecho la pregunta muchas veces, sobre todo en los últimos días, pero al margen de todas las interrogantes  sin responder alrededor  de la crisis perredeísta  lo cierto es que hay  mucha gente preocupada, y con razón, por el destino inmediato de ese partido,  por su integridad  amenazada,  consciente sin duda de que su desaparición  nos arrojaría en brazos del unipartidismo y su secuela de perversidades, empezando por la rampante corrupción a la que tanto se asocia a los peledeístas.

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