De mal en peor
De un tiempo a esta parte, todo lo que proviene del sector eléctrico son malas noticias. Ayer confesó Temístocles Montás, como quien no quiere la cosa, que al día de hoy la situación financiera de ese sector es «mucho peor» a la que existía en 1997, cuando se inició la famosa privatización que emprendió la anterior administración del PLD, al extremo de que el subsidio que destina el gobierno representa cerca de un 40 por ciento de lo que manejan las distribuidoras, muchísimo más de lo que se invertía en los días previos a la reforma eléctrica de marras.
El Secretario Técnico de la Presidencia ha ofrecido, como era de esperarse, una explicación para justificar un diagnóstico tan sombrío, que sin embargo ha sorprendido por su extraordinaria simpleza: la mala administración de los pasados cuatro años. Lo peor del caso, empero, no es comprobar cómo una vez mas los gobiernos se pasan unos a otros las culpas por lo mal hecho o lo que nunca llegó a hacerse, sino que los que hablan en su nombre ni siquiera se molestan ya en entretenernos con la falsa esperanza de alcanzar una «sostenibilidad» en la que ya nadie cree en el sector eléctrico, a pesar de que se nos vendió como requisito indispensable para alcanzar un desarrollo que, proclamas oficiales aparte, nadie está en capacidad de pronosticar cómo ni cuándo tocaremos sus puertas.
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Rumores
Hay quien piensa que la única explicación posible al rumor que ayer circuló en la ciudad de Santiago, dando cuenta que el Grupo Empresarial León Jimenes había llegado a un acuerdo con el ayuntamiento para administrar el controversial proyecto de los parquímetros, es que sus promotores, sobre todo los que todavía no han dado la cara, quieren capitalizar el prestigio de que disfruta ese grupo para darle impulso a un proyecto al que todavía le faltan padrinos con bagaje para poder salir adelante en medio de tantos intereses.
El rumor fue tan fuerte que obligó incluso al gerente de relaciones públicas del grupo, el señor Mario Méndez, a desmentir la versión, aclarando de paso que las áreas de negocios del grupo siguen siendo los cigarros, los cigarrillos y las cervezas. El síndico José Enrique Sued, que ya cuenta con el respaldo de la sala capitular para poner en ejecución un proyecto al que se le han eliminado ya -tras casi dos años de tirijalas y discusiones- los puntos más conflictivos, sigue empeñado en sacar adelante su proyecto, pero todavía no ha dicho cuál es la empresa que asumirá su administración ni cuándo hará la «presentación en sociedad» de sus principales ejecutivos, a pesar de que los santiagueros se mueren por conocer quién se hará cargo de lo que parece, desde fuera, una auténtica papa caliente pero que pudiera resultar un excelente negocio esperando a que alguien lo ponga a producir beneficios.
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Cuando la mar bota peces
La generosa propuesta nos viene como anillo al dedo, sobre todo a los sectores del Congreso Nacional que aseguran estar buscando fuentes alternativas de recursos para no gravar, en la reforma fiscal enviada a las cámaras por el Poder Ejecutivo, productos de la canasta familiar como el café, el azúcar y los aceites comestibles. La Asociación de Dueños de Máquinas de Diversión (Asoname) acaba de pedirle al gobierno, de manera pública, que ese sector sea gravado en la reforma fiscal, lo que permitiría que algunos sectores productivos no sean afectados con el proyecto de ley.
Elvin Hilario, presidente de la entidad, opina que de regularse y gravarse ese juego el Gobierno recibiría más de mil millones de pesos al año, sin ningún efecto inflacionario. La propuesta es, sin duda, digna de ser considerada por nuestros legisladores, sobre todo después de quedar sobradamente evidenciado, tras escuchar a los representantes de los distintos sectores que han participado en las sesiones de vistas públicas que celebra la Cámara de Diputados, que el verbo consensuar es el más difícil de conjugar en la sociedad dominicana de hoy.