Qué se dice

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Estampida.-  No sé hasta dónde el ingeniero Miguel Vargas  Maldonado piensa ejercer su legítimo derecho al pataleo,  parte ya de nuestra cultura política,  tras su derrota del pasado domingo en la XXVII Convención Nacional Ordinaria que escogió el candidato presidencial perredeísta,  pero ojalá pueda  evitar   que en ese desesperado esfuerzo por justificarse a sí mismo, y luego ante quienes le acompañaron en la  incierta aventura de querer ser Presidente de la República, termine cavando su propia tumba política, que de ninguna manera tiene porqué ser el tropezón que acaba de tener, como probablemente  le han hecho creer algunos de sus asesores, tan incapaces de reconocer sus errores como de admitir la cuota de responsabilidad que tienen en la derrota sufrida. 

Lo peor que pudiera ocurrirle a Vargas Maldonado, sin embargo, no es terminar reconociendo, cuando sea ya muy tarde, que llevó su pleito demasiado lejos, tanto que nunca se lo perdonarán los perredeístas de verdad, sino que quienes hoy le acompañan en su insensato propósito de revertir a través de su control de los organismos de dirección del PRD la realidad expresada en las urnas por los perredeístas lo dejen solo con su reclamo (las deserciones empezaron al otro día de la proclamación de Hipólito Mejía como ganador, sea para apoyar a la Comisión Organizadora como para pasarse al bando de los vencedores, y ayer se sumó el Comando Agropecuario que apoyó las aspiraciones del MVP),  abandonando en estampida el barco a punto de naufragar, cuando mas temprano que tarde se den cuenta de que sería un suicidio jugar a la división a causa de una derrota que siempre será pasajera  y renunciar a la posibilidad de regresar  al ansiado y goloseado poder tan pronto como el año próximo.

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