Repaso noticioso.- Al volver de mis vacaciones siempre me espera, cual afrentoso recordatorio de que muy pronto habré de regresar a la doliente realidad de nuestro irredimible tercermundismo, un montón de periódicos viejos que tengo que sentarme a repasar a fondo para ponerme al día sobre lo ocurrido durante mi ausencia.
La tarea –para qué engañarnos– es francamente ingrata, pues no solo supone romper la inercia de un cuerpo y un cerebro acostumbrados ya al dulce placer de solo hacer lo que les da la gana de hacer sino también, y sobre todo, reencontrarse con la áspera verdad de una sociedad que camina sin rumbo hacia ninguna parte, mientras naufragan en el desencanto las esperanzas de sus ciudadanos de vivir en un país mejor.
Y es que duele comprobar, en ese desmoralizador recorrido noticioso, que a pesar de la cacareada consolidación del poder municipal los ayuntamientos, empezando por el de la Ciudad Primada, todavía se ahogan en basura, que guardias y policías siguen protagonizando acciones delictivas de toda índole como parte del problema de inseguridad pública que nos ha convertido en rehenes de nuestro propio miedo, que la fanfarria protocolar con que el oficialismo da por iniciado el año escolar no han podido ocultar el hecho de que miles de estudiantes se quedarán fuera de las aulas o recibirán docencia en escuelas indignas de ese nombre o debajo de los árboles, o que una vida humana vale tan poco como un celular o una cerveza y a veces hasta menos si tienes la mala suerte de estar en la línea de fuego de los que ahora matan por el simple vicio de matar.
En esa relación no puede faltar, porque retrata de cuerpo entero al político que nos gobierna, el sorpresivo aumento de un 15% al salario de los maestros anunciado por el presidente Leonel Fernández, con lo que el mandatario procura ir abonando, con suficiente antelación como para que no hayan dudas de sus intenciones, el camino de regreso al carguito del que tanto le costará despegarse.