QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

Maravillas criollas.- Cuando en este país digno de mejor suerte somos testigos de tanta generosidad, y resulta que esa generosidad se ejerce a costillas de los bienes del Estado dominicano, lo menos que podemos hacer es ponernos las manos en la cabeza, pues más temprano que tarde  va a terminar pesándonos.

Acabamos de enteramos, gracias a El Nacional, de que el gobierno donará al sector privado los terrenos del entorno del estadio Quisqueya, en los que se proyecta construir dos torres para oficinas, un hotel de 200 habitaciones, un museo de beisbol, un centro comercial y 200 apartamentos para la clase media, todo eso a cambio de que los inversionistas remodelen el ya vetusto estadio Quisqueya y construyan el citado museo de beisbol como parte de un ambicioso y moderno proyecto urbanístico cuyo costo rondaría, a ojo de buen cubero, los cinco mil millones de pesos.

Lo más interesante del caso es que el gerente general del Banco Nacional de la Vivienda (BNV), el arquitecto Joaquín Jerónimo, reveló al vespertino que debido a que la obra será negociada “a la mejor conveniencia” no hará falta convocar a una licitación pública, concurso o cosa que se le parezca para su construcción,  con lo que  puede asegurarse que la ciudadanía no se enterará nunca de la forma en que se hizo ese multimillonario negocio  ni quiénes serán sus afortunados beneficiarios.

Mas o menos lo mismo que  ocurrió con el Metro de  Santo Domingo,  cuyo costo global, según la Opret, alcanzó los 700 millones de dólares, solo que  mucho peor, pues no hubo que despojar al Estado dominicano de valiosas propiedades para regalárselas a los inversionistas que harán posible  la comparonería de ser la próxima sede del Clásico Mundial de Beisbol de tan infausta recordación. ¡Qué maravilla!

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