Generalidades.- Pocos son los que no están de acuerdo en que en este pequeño, pacífico y bullanguero país hay demasiados generales, lo que explica que haya tenido tan buena acogida el anuncio del presidente Leonel Fernández ante la Asamblea Nacional de que reducirá su número a lo estrictamente necesario. Eso no implica, sin embargo, que haya que salir de inmediato a celebrar o aplaudir la inmediata puesta en práctica del anuncio presidencial, un auténtico ciclón batatero que en apenas dos días se llevó de encuentro a 31 generales, ni que se aprueben las razones y motivos por los cuales han sido retirados de las filas de la Policía Nacional oficiales con hojas de servicios impecables y con mucho que ofrecer todavía a la institución.
Poco entendido soy en asuntos de guardias, gracias a Dios, pero lo que la experiencia nos ha enseñado es que esas purgas son con frecuencia expresión de sordas guerrillas entre grupos que se disputan la hegemonía y el favor del Comandante en Jefe, además de que también suelen violentar lo que disponen las leyes orgánicas de los respectivos cuerpos. En esta ola de retiros, solo comparable a la realizada por don Antonio Guzmán en 1978, han vuelto a escucharse las mismas quejas, ha vuelto a manifestarse el malestar de algunos retirados porque no se ha respetado la ley orgánica, y ha vuelto a decirse, también, que ha sido utilizada como pantalla para consolidar el predominio de uno de los grupos que se disputan el control de nuestros cuerpos armados y policiales. Ojalá que el tiempo, que suele aclararlo todo, quite razón a los quejosos de hoy, a las suspicacias que han despertado algunos de esos retiros, pues sería una lástima que un esfuerzo tan necesario para echar las bases del proceso de institucionalización de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que ha propuesto el mandatario, con el beneplácito general, se convierta en instrumento de las ambiciones e intereses que florecen silvestres en las colindancias del Poder.