El derecho ajeno.- Cuando pasan estas cosas es que uno se da cuenta de lo mucho que nos falta para llegar a ser un país verdaderamente desarrollado, pero sobre todo para aprender que el reclamo de nuestros derechos no tiene porqué atropellar los derechos de los demás. El tránsito por la autopista Duarte, a la altura de Villa Altagracia, se paralizó el pasado lunes durante casi dos horas debido a las protestas de damnificados de las tormentas Noel y Olga (no se alarme; recuerde que aquí los damnificados son para siempre) que golpearon el país en el 2007, en reclamo de agua potable, la construcción de una iglesia y una escuela. ¿Y saben qué es lo peor? Que la autoridad competente no hizo nada para evitar que eso ocurriera o para sancionar a quienes violaron la ley arrojando piedras y obstáculos sobre la más importante carretera del país, ni tampoco harán nada para impedir que vuelva a suceder.
¿De quién es la culpa?.- De cuando en cuando leo en los periódicos sobre los allanamientos que realizan Interior y Policía y el Ministerio Público en centros de diversión y expendio de bebidas alcohólicas donde se permite la presencia de menores de edad a pesar de que lo prohíbe la ley, pero es evidente que se trata de un delito tan extendido, gracias a la irresponsabilidad de los propietarios de esos establecimientos y la falta de vigilancia de las familias sobre el comportamiento de sus hijos, que desborda la capacidad de las autoridades. El pasado fin de semana un adolescente de 16 años murió luego de ingerir bebidas alcohólicas en un centro de diversión de Santiago. ¿Qué tipo de sanción le cabe al dueño del negocio? ¿Y a la familia del joven? ¿A quién culpar de una tragedia que pudo evitarse? Es una pena que tenga que perderse una vida joven y valiosa para que hagamos conciencia, así sea momentánea, de la gravedad de un delito que debe ser perseguido y sancionado con mayor firmeza y drasticidad.