Qué se dice

Qué se dice

Un consejo
Aunque no lo haya pedido, vamos a regalarle al ingeniero Diandino Peña, el diligente y persuasivo constructor del Metro de Santo Domingo, un buen consejo: piénselo bien, pero muy bien, antes de acceder a las «compensaciones» que exigen asociaciones de choferes y transportistas por las supuestas pérdidas que sufrirían mientras dure la construcción de la obra, que en el caso de FENATRADO supone concederle a sus miembros el 50% del acarreo de los materiales que se utilicen o desplacen.

Sobre todo porque, si a compensaciones vamos, la lista de reclamantes en un proyecto de esa magnitud puede llegar a ser kilométrica. El propio Diandino Peña declaró hace unos días, a propósito de una petición similar de otros gremios choferiles, que era la primera vez que escuchaba esa clase de reclamos ante la construcción de una obra pública, dando a entender que resultaba improcedente. Como igualmente improcedente resulta, ingeniero Peña, el chantaje (no hay otra forma de llamarlo) que patrocinan choferes y transportistas, a los que -por lo que se ve- habrá que meter en cintura o regalarles el país con todo y papeles.

Discriminación

Es de esperar que el encuentro del pasado jueves entre el presidente Leonel Fernández y gobernadores y representantes de la sociedad civil que integran los Consejos Provinciales de Desarrollo, en el Palacio Nacional, habrá servido al mandatario para hacerse una idea de por dónde andan las prioridades, en materia de obras públicas, de las distintas provincias. Las quejas y reclamos por la construcción de obras, como no es difícil imaginar, terminaron desbordando la paciencia del presidente, quien se vio compelido a advertir que no había recursos para complacer a todos ni resolver todos los problemas, debido a las limitaciones que impone el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El encuentro también sirvió, oportuno es señalarlo, para conocer las proyeciones generales de gastos, en el Presupuesto Nacional del año 2006, en obras de infraestructura, que por lo visto sigue privilegiando al Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, una concentración del gasto público que si bien refleja la importancia, en materia electoral, del Gran Santo Domingo, sigue siendo injusto y discriminatorio para el resto del país.

Las Cañitas

Sin la fanfarria ni las Harley Davidson del Plan de Seguridad Democrática puesto en vigor en Capotillo, la sola ampliación de la dotación policial de Las Cañitas, que ha permitido ampliar la vigilancia a todas sus calles y callejones, ha devuelto la tranquilidad y el sosiego a su gente. Eso quiere decir, simple y sencillamente, que el principal obstáculo que enfrenta la lucha contra la delincuencia que azota a los barrios sigue siendo, en gran medida, la voluntad, el deseo de hacerlo, y por supuesto también la falta de recursos, tanto humanos como técnicos, conqué plantar cara a un enemigo que se ha hecho tan fuerte y peligroso. En Las Cañitas, por lo pronto, están de plácemes, felices de recuperar rutinas de vida que creían perdidas como asistir a la iglesia o darse una vueltecita por el barrio, pero al igual que en Capotillo devolverle la tranquilidad a sus residentes es tan solo el principio, pues allí también hacen falta escuelas, centros para la práctica deportiva, y más que nada fuentes de trabajo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas