Qué se dice

Qué se dice

Cuando el río suena…
El vicepresidente Rafael Alburquerque ha ofrecido convincentes demostraciones de su decisión de manejar con absoluta pulcritud y transparencia la asistencia social que distribuye el gobierno a través de la tarjeta Solidaridad, y hasta llegó a publicar, hace unos meses, la lista completica de sus beneficiarios para despejar los cuetionamientos que entonces se hacían, pero parece que eso no ha sido suficiente pues las quejas siguen llegando, y por venir de donde vienen no hay más remedio que prestarle atención.

Por lo menos seis senadores, del oficialista Partido Revolucionario Dominicano, denunciaron en pleno hemiciclo el uso político que se le estaría dando a ese programa, pero ya antes el obispo de la diócesis de San Juan de la Maguana, monseñor José Dolores Grullón, había cuestionado, nada menos que delante del presidente Leonel Fernández, la forma en que se está distribuyendo esa ayuda, durante el recorrido del mandatario por la región sur el pasado fin de semana. Es fácil argumentar que los cuestionamientos de los senadores obedecen, pura y simplemente, a interesadas razones político-partidarias, pero no puede decirse lo mismo de monseñor Grullón Estrella, quien no tiene hachas que afilar en las garatas de nuestros políticos.

Manzanas podridas

La banda mixta, integrada por miembros de la Policía Nacional, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea, a la que se acusa de la comisión de más de veinte asaltos en los que hay involucradas sumas millonarias, es sin quizás el mejor ejemplo de la cara más sombría del problema de criminalidad y delincuencia al que se enfrenta la sociedad dominicana, y lo es por una razón elemental; golpea allí donde más daños provoca: la confianza de la ciudadanía en sus autoridades, sobre todo en aquellas responsables de proteger sus vidas y propiedades. Es mucho lo que se ha hecho, tanto en la Policía Nacional como en las Fuerzas Armadas, por sacar de sus filas las manzanas podridas, pero resulta evidente -basta abrir los periódicos, sobre todo en las páginas de sucesos, para comprobarlo- que es mucho lo que falta por hacer todavía.

Caridad pública

Quince mil millones de pesos se ha tragado en lo que va de año el subsidio a la electricidad de los pobres, o aquellos que no pagan el servicio, que no es lo mismo ni es igual, una «caridad pública» -como la llamó el Superintendente de Electricidad- que nos está saliendo extremadamente cara, sobre todo a la pobre y sufrida clase media, a la que siempre toca pagar los platos que rompen otros. Esa «aberración económica», sin embargo, no puede se desarticulada de un día para otro, según el licenciado Francisco Méndez, por lo que habrá que crear la estructura que permita ir desmontando gradualmente esa situación. Pero como ocurre siempre que se aborda el peliagudo tema del cobro de la energía a los que no la pagan, el verdadero nudo gordiano de la sostenibilidad del sistema eléctrico nacional, los funcionarios del gobierno ni precisan fechas ni adelantan plazos. Y así pretenden que nos arrojemos de cabeza, sin paracaídas, a un tratado de libre comercio con la nación más rica y poderosa del planeta. ¡Que Dios nos agarre confesados!

Publicaciones Relacionadas