Preocupante.- Dadas sus implicaciones para este lado de la isla, es decir la nación dominicana, deberían ser motivo de profunda preocupación las declaraciones ofrecidas por el presidente haitiano René Preval de que se debe reducir la ayuda alimentaria a ese devastado país, para que este pueda satisfacer sus necesidades gracias a su propia producción y a sus propios empleos, propuesta que piensa llevar hasta su homólogo norteamericano, Barak Obama, cuando se reúnan en la Casa Blanca. ¿Dónde está esa producción y las fuentes que generarían esos empleos? ¿De dónde sacará el gobierno haitiano, si puede llamársele así, los alimentos para saciar el hambre de millones de personas en lo que esa producción y esos empleos empiezan a rendir frutos? No son preguntas ociosas, como puede apreciar cualquiera con dos dedos de frente, suficiente también para saber lo que ocurriría si la comunidad internacional le hace caso a Preval y esos millones de bocas hambrientas se ven obligadas por la necesidad a salir a buscar el pan que sacie las urgencias inaplazables de su hambre.
Asunto de lógica- Un reportaje publicado el pasado lunes por El Caribe dice que a partir del más reciente mensaje de la Conferencia del Episcopado, en el que se lanzan duras críticas a los intercambios de disparos, estos han disminuído de manera significativa, hasta el punto de casi desaparecer de los periódicos. ¿Qué conclusión lógica sacar de esa coincidencia? Que la Policía tiene total control de esos intercambios y que puede administrar su ocurrencia dependiendo de dónde provengan las críticas, lo que confirma que en lugar de ser enfrentamientos entre delincuentes y policías cumpliendo con su deber, como se nos venden siempre, son ejecuciones extrajudiciales, como suelen llamarlas los organismos internacionales de derechos humanos.