Qué se dice

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Explicaciones
El gobierno de Haití ha prometido investigar los hechos violentos alrededor del Palacio Nacional en protesta por la visita del presidente dominicano Leonel Fernández, una tarea que el ex comisario de policía Guy Phillipe, ex cabecilla de uno de los grupos armados que dio al traste con el gobierno de Jean Bertrand Aristide, le ha puesto muy fácil, al confesar a una popular emisora haitiana que fue el responsable de la protesta, a la que también contó dónde y cómo la planificó y hasta dijo el motivo, por lo menos de la boca para fuera: los supuestos maltratos del gobierno del doctor Fernández a los inmigrantes haitianos. ¿Actuarán las autoridades haitianas contra el confeso responsable de esos hechos, que estuvieron a punto de provocar un incidente de imprevisibles consecuencias para ambas naciones? Lo lógico sería que así ocurriera, pero con un gobierno tan débil e impopular como el de Boniface Alexandre y Gerard Latortue no hay motivos para hacerse muchas ilusiones al respecto.

Pasividad

El esclarecimiento de esos hechos y el establecimiento de las debidas responsabilidades por parte de las autoridades haitianas, sin embargo, no es lo único que debería ser aclarado de manera convincente, pues la pasividad que mostraron ante las acciones de los manifestantes, a quienes permitieron montar la protesta demasiado cerca de la verja perimetral del Palacio Presidencial, llamó poderosamente la atención de los miembros de la delegación dominicana, un exceso impensable tratándose de la casa de gobierno y de la visita de un presidente «amigo». Pero más significativo todavía resultó la falta de previsión de las tropas responsables de custodiar el recinto, incapaces de tener a punto una vía de escape y desplazamiento seguro -como manda cualquier manual elemental de seguridad- para los distinguidos visitantes en caso de complicarse las cosas, como efectivamente sucedió. La lectura de las crónicas que relatan los sucesos, sobre todo el arduo y tenso trayecto de la caravana presidencial hasta la sede de la embajada dominicana en Petion Ville, da una idea bastante elocuente del real peligro al que se expusieron el mandatario y sus acompañantes. Las autoridades haitianas, según todas las evidencias, no estaban en capacidad de garantizar la seguridad de los visitantes, pero tampoco, como tambien quedó demostrado, las tropas de las Naciones Unidas. Allí, no nos engañemos, pudo haber pasado lo peor, aunque ahora se pretenda restarle gravedad, precisamente como hemos venido haciendo, desde hace tantos años y con las consecuencias que todos conocemos, al problema de la migración haitiana.

El «librito»

Como era de esperarse en un hombre que no solo va pa’lante sino que tampoco tiene frenos el diligente y persuasivo constructor del Metro de Santo Domingo, el ingeniero Diandino Peña, ha restado importancia a la amenaza del PRD y el PRSC de que boicotearán en el Congreso Nacional la asignación de recursos para esa obra en el Presupuesto Nacional, convencido de que son simples escaramuzas politiqueras, propias de campaña electoral, mostrándose confiado en que los legisladores finalmente le darán el visto bueno. Diandino, quien de todas maneras dijo tener un plan B bajo la manga por si acaso le salen mal esos cálculos, confesó a los periodistas ser de la escuela del doctor Joaquín Balaguer, con quien trabajó durante muchos años, y que probablemente por eso defiende con tanta vehemencia los proyectos en los que se embarca. A confesión de parte relevo de pruebas, suelen decir los abogados, por lo que no hace falta decir más nada a propósito de la forma atropellante e inconsulta en que se están llevando a cabo los trabajos del Metro, haciendo honor a un «librito» que los dominicanos conocimos demasiado bien y que definitivamente tiene muchos y fervientes seguidores —quién lo diría— dentro del gobierno y el partido fundado por el profesor Juan Bosch.

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