Es probable que los asesores del mayor general retirado Pedro de Jesús Candelier le hayan dicho que para convertirse en un «líder nacional» debe opinar sobre todo, desde lo humano hasta lo divino, a fin de irse abriendo «su propio espacio» en el desentonado coro de voces que tanto cantan como lloran las eternas miserias nacionales y, más que nada y por encima de todas las cosas, las insuficiencias congénitas de nuestros gobiernos. Tal vez por eso hoy sabemos que el ex jefe de la Policía Nacional y declarado aspirante a la Presidencia de la República acaba de exhortar a las autoridades, a propósito de los violentos incidentes entre haitianos y dominicanos en Villa Trina y Pontón, a que se embarquen de manera urgente en un proceso de depuración encaminado a determinar el status jurídico y legal de los inmigrantes haitianos que se encuentran, no importa en qué calidad, en territorio dominicano, y proceder luego en consecuencia. Candelier, «el hombre que hace falta para enderezar este país», como podría resumirse su propuesta electoral, ha decidido poner a prueba sus dotes de pescador arrojando sus redes a las revueltas aguas del tema haitiano, una decisión que en su caso podría constituir una ventaja comparativa frente a sus competidores de cara a las elecciones del 2008, sobre todo si la relación con nuestros vecinos se sigue descomponiendo, pues en este país todavía hay demasiada gente convencida de que el problema haitiano se resuelve, como en aquel fatídico y sangriento 1937, «a base de macana».
¿Falso o verdadero?
Si el Banco Central no acompaña su reiterada advertencia de que están circulando billetes falsos de 2,000 pesos de una promoción publicitaria bien orientada, que permita a la ciudadanía establecer con facilidad las diferencias entre las papeletas falsas y las verdaderas, solo estará contribuyendo a acrecentar aún más la confusión que ya existe en el comercio local, que en su mayoría se resiste a recibirlos en sus negocios. Esa confusión se agravará todavía mas con la ampliación de la advertencia a los billetes de 500 que acaba de hacer la Policía Nacional, para desgracia de la gran perjudicada de siempre; la indefensa ciudadanía, que al no ser adecuada y oportunamente informada no solo está a merced de los timadores que abundan para estas fechas sino también de la incomprensión, rayana en la grosería, de muchos comerciantes. Para colmo, la recomendación de las autoridades de que la gente acuda, en caso de dudas sobre la autenticidad de su dinero, a cualquier banco comercial o al propio Banco Central, solo ha servido para que ese ciudadano o ciudadana compruebe en su propia y doliente carne el terrible desamparo en el que está viviendo.
El plan B
No hay que ser un experto en materia económica o energética para estar en capacidad de predecir lo que pasará en este país el próximo año si, como anunció ayer el Superintendente de Electricidad, se deja «flotar» la tarifa energética en tanto suban o bajen la tasa de cambio del dólar y el precio del barril de petróleo, como sucede con los combustibles, una de las condiciones que exigen el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para prestarnos 150 millones de dólares destinados al pozo sin fondo en el que se ha convertido el sector eléctrico dominicano. Con la tarifa eléctrica flotando hacia arriba y los previsibles efectos de la reforma tributaria haciéndose sentir de mala manera en la de por sí constreñida economía doméstica de los dominicanos, el Partido de la Liberación Dominicana, y por supuesto también el gobierno, necesitarán algo más que un alternativo «Plan B» para tener un buen desempeño electoral en circunstancias tan adversas, mucho mas si finalmente se concreta la Alianza Rosada que viene zumbando por ahí.